ANTECEDENTES
La derrota en la Batalla del Alto de la Alianza, que fue el fin de
la Guerra del Pacífico, dividió a la población boliviana entre “los guerristas”, que eran partidarios de recobrar, por lo menos, un buen
espacio en el litoral perdido y tener un paso autónomo al mar, y
“los pacifistas”, que deseaban el fin de la guerra y un acuerdo
pacífico con Chile.
Ello originó el nacimiento de dos partidos políticos antagónicos:
los guerristas con el Partido Liberal y los pacifistas con el
Partido Conservador.
Los conservadores, a la cabeza de Aniceto Arce y Mariano Baptista,
entre otros personajes, tenían a Sucre como su asiento y habían
ganado las últimas elecciones del siglo XIX: Gregorio Pacheco
(1884-1888), Aniceto Arce (1888-1892), Mariano Baptista (1892- 1896)
y Severo Fernández Alonso (1896 adelante).
Los liberales, encabezados por Narciso Campero y Eliodoro Camacho,
comandante y jefe de Estado Mayor respectivamente, de las fuerzas
Perú-Bolivia derrotadas en el Alto de La Alianza en 1880, tenían a
La Paz como su plaza fuerte tras el triunfo obtenido en las
elecciones municipales de ese distrito.
Desde allí, fustigaban a una “insoportable oligarquía que se había
entronizado en el gobierno boliviano”, enumerando irregularidades,
abusos, conculcación de los derechos, especulación, corrupción
política y desquiciamiento del cuerpo social.
Las discrepancias regionales hicieron crisis ante la falta de
condiciones culturales, económicas, políticas o ideológicas
necesarias para una cohesión nacional.
A este antagonismo político, se sumó la rivalidad regional y social
y la susceptibilidad de que Sucre sólo tenía 20.907 habitantes,
frente a los 52.697 de La Paz. La Paz—según enarbolaron en ese
tiempo— era una ciudad de mayor crecimiento comercial, pero menos
aristocrática que Sucre, era una región de mayor rendimiento
económico y favorecía en mayor proporcionalidad a las arcas de
tesoro público, que eran destinadas en su mayoría a la construcción
de Palacio de Gobierno, edificios públicos en Sucre y puentes en los
ríos Pilcomayo y Cachimayu.
La tesis para asentar la sede de gobierno en La Paz fue la necesidad
de “atender las relaciones internacionales y la administración
interna”.
Hasta el fin de la Guerra del Pacífico, en el año 1880, la sede del
Poder Ejecutivo funcionaba donde el presidente de turno se
encontraba. Inclusive se llegó a decir que “la Presidencia de
Bolivia tenía su sede en la cabalgadura del mandón de turno y en el
lugar donde el mandatario sofocaba una revolución o asonada”. De ahí
que la historia relata que el Congreso desde 1825 hasta 1900 se
reunió en 29 oportunidades en Sucre, 20 en La Paz, siete en Oruro,
dos en Cochabamba y una en Tapacarí.
Esos motivos, entre muchos otros, y el triunfo de los liberales en
las elecciones municipales de La Paz, desconocidas por el gobierno
de Severo Fernández Alonso, fueron el detonante de una corriente
incontrolable de disturbios en La Paz, el posterior decreto de un
estado de sitio y el desconocimiento a las actuaciones del gobierno
municipal “impuesto por la fuerza”.
SUCRE, CAPITAL DE LA REPÚBLICA
El problema de la capitalidad —término utilizado por primera vez por
el historiador Julio César Velásquez— surgió desde el mismo
nacimiento de Bolivia a la vida independiente, tras el traslado de
la sede del Congreso de Oruro a Sucre —a partir del Decreto Supremo
del Mariscal Sucre, del 9 de febrero de 1825—, donde finalmente se
resolvió el destino de las provincias del Alto Perú.
Los 39 diputados congregados en el hoy salón principal de la Casa de
la Libertad o Salón de la Independencia, mediante Ley del 11 de
agosto de 1825, denominaron al nuevo Estado libre como “República de
Bolívar” y a la ciudad Capital de la República y su departamento
como “Sucre”.
Mediante Ley del 1 de julio de 1826, el Congreso entregó al “Padre
de la patria y fundador de Bolivia, Simón Bolívar”, la facultad de
designar el lugar donde se erigirían los edificios necesarios para
el funcionamiento de los tres poderes del Estado.
“Mientras se levanten los edificios necesarios para el Gobierno y
cuerpo legislativo, Chuquisaca se declara capital provisoria de la
República”, añadió la norma en aquel entonces.
La falta de recursos económicos para la edificación de la nueva sede
capitalina determinó que el 10 de julio de 1839, el Congreso
Constituyente sancionara la siguiente ley: “La Ciudad de
Chuquisaca es la Capital de la República conforme a la ley del 11 de
agosto de 1825, se llamará en adelante Ciudad Sucre”.
INTENTOS DE FEDERALIZAR BOLIVIA
El presidente Severo Fernández Alonso (1898-1899) estaba convencido
de que el gobierno debería poseer una residencia fija. Ese
domicilio, por la raigambre histórica y por haber “nutrido los
cerebros de los genios de nuestra emancipación”, entre otras
razones, debería ser Sucre, la capital legal de la Bolivia.
Para el efecto, en esos años se aceleraba la construcción del
palacio de gobierno, además de puentes y carreteras, en el afán de
cohesionar una obra de política nacional. A partir de ello, nació la
idea de la “Ley de Radicatoria”, que era considerada como hostil e
irritaba al pueblo de La Paz.
El Congreso Nacional inauguró su legislatura el 6 de agosto y
transcurrió apacible y dedicado a temas habituales, sin asomarse, ni
siquiera por sospecha, la tempestad que no tardaría en desatarse con
características catastróficas.
En la sesión ordinaria vigésimo nona, del 26 de septiembre de 1989,
el diputado por la segunda sección de Yungas, Isaac Campero,
presentó a la plenaria un proyecto de ley que insertaba
modificaciones trascendentes en la Constitución Política del Estado
de 1880, en la que la forma unitaria del Estado era transformada a
una república federal representativa con el nombre de “Estados
Unidos de Bolivia”.
Destruyendo la forma de un Estado unitario y pretendiendo la
adopción de un Estado federal, la moción decía: “Art. 1.- Bolivia,
soberana, libre e independiente se constituye en la república
federal representativa. Art. 2.- Los departamentos que constituyen
la república como Sucre, La Paz, Cochabamba, Potosí, Santa Cruz,
Oruro, Tarija, Beni y Cobija toman nombre de estados y la nación se
denominará Estados Unidos de Bolivia. Art. 5.- Los estados de la
unión boliviana reconocen recíprocamente sus autonomías, se declaran
iguales en entidad política y conservan en toda su plenitud la
soberanía nacional”.
De esa manera, la histórica rivalidad entre norte y sur, se acentuó
entre la brigadas parlamentarias de Chuquisaca y La Paz, tensionando
al extremo el ambiente político, pero la hábil pericia propia de
políticos añejos permitió que esta iniciativa pasara a la comisión
respectiva para quedar en el archivo temporalmente.
LEY DE RADICATORIA
La rivalidad entre sucrenses y paceños hizo crisis en los últimos
meses de 1898, más propiamente en la sesión matinal ordinaria
cuadragésima sexta del 31 de octubre de 1898, cuando la
representación chuquisaqueña integrada por José María Linares, Isaac
Vincenti, Fanor G. Romero, Napoleón García Romero, José María
Urdininea, Juan María Fernández de Córdoba, Nicolás Ortiz, N. Rojas
Estensoro y Julio M. Trigo, propuso el proyecto de “Ley de
Radicatoria”, que establecía por disposición legal que la
permanencia fija del Poder Ejecutivo quedaba en Sucre. La reacción
no fue la esperada.
A contrapropuesta, la brigada paceña planteó otro proyecto de ley
para el traslado del Poder Legislativo a Cochabamba.
La propuesta de los conservadores incorporaba el amor a la ciudad
capital, pero se entremezclaba con los intereses económicos e
intrigas políticas, propiciados por el coronel y senador José Manuel
Pando, quien obtuvo el escaño por Chuquisaca gracias a los liberales
chuquisaqueños Samuel Oropeza, Valentín Abecia, Ricardo Mujía, Luis
Arce Lacaze, Agustín Iturricha y otros más.
El grupo liberal en el Parlamento apoyaba, supuestamente, la “Ley
de Radicatoria” —propuesta por el representante de Sucre Isaac
Vincenti—, pero sólo por considerarla un arma de doble filo para
herir al presidente Fernández Alonso, puesto que si esta ley era
vetada ofendería y enfurecería a los capitalinos, y si era
promulgada, el pueblo paceño se alzaría y pondría sus tropas a
órdenes del coronel José Manuel Pando.
El 15 de noviembre, en la 58º sesión, la Ley de Radicatoria fue
aprobada y se rechazó el proyecto paceño.
Antes, en la quincuagésima séptima sesión del 14 de noviembre de
1898, la brigada parlamentaria paceña abrazó públicamente la causa
federativa y nuevamente propuso la estructura de gobierno federal,
en la que cada uno de los departamentos de Bolivia debería tener su
propio gobierno y manejar sus recursos económicos.
De todas formas, el 19 de noviembre de 1898 la “Ley de
Radicatoria” fue lanzada con un texto que rezaba así en sus
partes importantes: El Poder Ejecutivo residirá permanentemente en
la Capital de la República, salvo los casos determinados por la
Constitución Política del Estado.
LA REVOLUCIÓN FEDERAL O LA GUERRA CIVIL DE 1898
Tras estos acontecimientos, la brigada parlamentaria paceña se
replegó a su región por orden de una junta de gobierno paceña, que
recibió a sus representantes con exaltadas expresiones de vítores y
aclamación por haber defendido los intereses y derechos de La Paz,
dejando en el Congreso otra propuesta de federalización.
Deseaban convertirse en un Estado autónomo y, para ello, se
propusieron llevar adelante una revolución para derrocar al gobierno
de Fernández Alonso.
Del otro lado, en Sucre, hubo manifestaciones públicas de apoyo al
régimen unitario en medio de condenas a las proposiciones norteñas.
Frente a estas pretensiones y con la intención de amedrentar a los
federalistas, el presidente Fernández Alonso partió hacia esa región
con tres unidades del Ejército acantonadas en Sucre: el Escuadrón
Bolívar, el Escuadrón Junín y Húsares.
En Challapata se enteró que más de 2.000 armas habían sido
adquiridas por los rebeldes paceños, lo que le hizo comprender que
la tarea de apaciguamiento sería dura y difícil. Desconfiando de la
lealtad de los paceños al interior del Ejército, los retiró. En
cambio, para reforzar las fuerzas leales al gobierno, pidió a las
autoridades de Sucre que reclutasen voluntarios.
Bajo el mando de la Primera Brigada, con el Batallón 25 de Mayo y
Escuadrón Sucre marcharon a la contienda jóvenes de la clase alta,
muchos de ellos con sus propias armas sobre el lomo de caballos de
su propiedad, mientras que las otras clases sociales eran cobijadas
militarmente en la Segunda Brigada con el Batallón Olañeta y el
Escuadrón Monteagudo. Esta efervescencia bélica se vio reforzada por
13 jóvenes sucrenses residentes en Potosí.
“A la falta de instrucción militar y munición de las brigadas de
voluntarios chuquisaqueños, se añadió la hostilidad indígena al
mando de Pablo Zárate ‘El Temible Willka’, que fue alentado
por su belicosidad por el antichuquisaqueño coronel José Manuel
Pando, nombrado comandante de las fuerzas federalistas de La Paz”.
Una historia negra de esta contienda bélica la marcó, sin duda, el
24 de enero de 1899, cuando las fuerzas de Pando y Elidoro Camacho,
que habían recibido una dotación de armas modernas, atacaron a las
fuerzas de Alonso.
El Batallón 25 de Mayo y el Escuadrón Sucre, que se dirigían al
encuentro de las tropas leales, fueron interceptados por “las
tropas de Pando y una numerosa indiada” en la población de
Cosmini, donde cayeron heridos 27 soldados sucrenses y tres
sacerdotes que los acompañaban. De nada les valió refugiarse en la
iglesia del pueblo de Ayo Ayo, porque fueron salvajemente masacrados
dentro del templo.
Al respecto el historiador Alfredo Jáuregui Rosquellas, relata este
episodio de esta cruenta guerra fratricida así: “Con rumbo al
sur, en carrera desatentada y confusión inmensa , cual correspondía
a la inmensa significación del desastre, atravesaban la llanura los
vencidos, los heridos, los salvados que al encontrar asilo, que
creyeron seguro, en la casa de Dios, en el pueblo de Ayo-Ayo iban a
hallar el ara del martirio siendo sacrificados en forma
infernalmente bárbara, diabólicamente horrorosa, crispantes por su
saña y refinamiento de crueldad. Y allí a la luz crepitante del
incendio y al rumor tumultuoso de la muchedumbre alcoholizada y
excitada por el vaho de la primera sangre vertida, fueron
descuartizados, desmembrados, quemados, clavados a los muros,
degollados como bestias de sacrificio 27 jóvenes del escuadrón
simbólico, que pagaron con la flor de su vida en el error de un
ideal extraviado en el tortuoso camino del más engaño”.
Entre tanto los pueblos de Bolivia, o negaban, como Potosí, entre
mofas y silbidos su cooperación al sud, o permanecían impasibles
como Santa Cruz y Tarija, o se apresuraban a secundar la revuelta
como Cochabamba, Camargo y Tupiza.
El segundo encuentro bélico se concretó dos meses más tarde, el 10
de abril de 1899. En el Crucero de Paria, murieron 117 hombres y
cayeron 120 heridos de ambos bandos tras cuatro horas de combate.
Según refieren los libros, 36 prisioneros chuquisaqueños fueron
trasladados a La Paz, los derrotados retrocedieron a Oruro, el
presidente Fernández Alonso huyó a Chile y los integrantes de las
fuerzas chuquisaqueñas retornaron a sus hogares con la amargura de
las dos derrotas
FIN DE LA GUERRA
Esta nueva derrota y la situación que se volvía muy pesada para el
pueblo y un comentario que llegó a oídos de los chuquisaqueños de
que fueron destrozados por los indios y muy pocos fueron los que
salvaron la vida, fueron alicientes para incitar a que se detenga
esta fratricida contienda.
Y fue José Manuel Pando que hizo la proposición de concordar la paz
y detener esta lucha, quien en una misiva escueta pedía poner
término a esta guerra civil, la cual fue aceptada por Alonso,
estando de acuerdo en detener esta intestina contienda.
Consolidada la revolución, y reconocida por el pueblo boliviano, se
procedió a nombrar nuevas autoridades liberales. Ya asentado el
gobierno en La Paz, fue el propio general José Manuel Pando quien se
encargó de disipar la propuesta paceña del traslado de la capital y
el proyecto de federalización de la república.
Bibliografía resumida
Roberto Querejazu C. “La mal llamada Guerra Federal”.
Julio César Velásquez A. “Acerca de la capitalidad de la República
de Bolivia”.
Alberto Rodríguez F. Documentos para la Historia de la Guerra Civil
1898-1899.
Carlos Ponce S. y Ana M. Montaño D. “La Revolución Federal de
1898-1899”.
Joaquín Loayza:. “Agua del Inisterio Número Cuatro”. Biblioteca de
la Casa de la Libertad.
Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
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