Datos Breves de la Guerra Federal |
El grandioso final de la guerra Federal ¡¡trucha!!
Y como corolario de esta tragicomedia, los
federalistas desconocieron los acuerdos con sus aliados Aimaras. La historia
oficial no les reconoció su “determinante participación” en el éxito de
la revuelta federalista. No se les permitió participar en el nuevo gobierno. No
se les devolvió sus tierras comunitarias y por el contrario se promulgo una
nueva ley de “Revisitas de Ex vinculación de Tierras de Origen”; para
seguir quitándole sus tierras y entregárselas a los hacendados, profundizando de
esta manera la servidumbre indígena en el altiplano y los valles. Para reforzar
aun más el predominio de los hacendados sobre los indígenas, se creo por ley la
“Policía Rural” y posteriormente, con el mismo objeto, las “Juntas de
Fomento de Agricultura y Ganadería”.
Como si no fuera poco lo anterior, fue alevosamente asesinado por sus sicarios
el caudillo indígena Zárate Willca. De esta manera los federalistas de ayer,
quedaron solos en el poder, deshaciéndose de tan incómodos socios. ¿Que cosas
que tuvo esta guerra federal? Aquí el patriotismo, la ética, la lealtad y
otros valores propios del ser humano, no tuvieron ninguna participación.
Finalmente La Paz se quedo con la verdadera capital de Bolivia, al llevarse el
poder ejecutivo y el legislativo, quedando Sucre como la capital de “pliqui”.
“Mentira altoperuana”.
Los heridos en el combate de Cosmini se quedaron
en Ayo Ayo. Al atardecer, más de un centenar de comunitarios rodearon el pueblo,
tomaron la plaza principal y el hostigamiento a los heridos que se encontraron
refugiados en el templo.
Ayo Ayo, en una aparente tranquilidad, se notaba que algo terrible fuera a
ocurrir, se dice que un manto plomizo cubría el cielo, se escuchaba el ulular de
los chiflones del viento, haciendo mover los pajonales del altiplano.
El Templo de Ayo Ayo, servía de asilo y hospital a los heridos, donde los curas
franciscanos, trataban de mitigar el dolor de los heridos, lavándoles con trapos
empapados de agua, afuera, los vecinos se preparan asegurando sus puertas, para
no ser agredidos.
Félix Morales, en cambio, fue mutilado. Le quitaron sus pies y sus
manos. Luego lo remataron degollándolo.
Don Camilo Blacut, chuquisaqueño, pero vecino de esa localidad, decide
protegerse en el Templo, junto a sus dos pequeños hijos, mientras en las
cercanías del lugar, expectantes, agazapadas, las hordas de Zárate Willca,
esperan la orden de ataque.
De pronto, rompiendo el silencio pesado, se escucha gritos salvajes, confundidos
con el sonido de miles de pututus, los brutos saltan de sus posiciones, rostros
cobrizos atizados por el sol, cubiertos con “wayrurus” y sombreros rústicos,
invaden las calles de Ayo Ayo, atacan las casas, arrojando antorchas a los
tejados de paja, los vecinos, aterrados les abren las puertas para ofrecerles
alcohol, con la creencia de no ser dañados.
La indiada, ingresa a las casas atropellando, se apodera de las botellas, para
luego beber como si fuera agua, se embriagan más de lo que estaban, en ese
estado, se acercan al Templo Sagrado, gritos y saltos demoníacos se nota en
estas hordas, al estilo de los “Hunos” de Atila, comienzan a destrozar la
puerta, adentro, el padre Jesuita Juan F.de Córdova, capellán de la
tropa, reza el “Padre Nuestro”, los soldados ven azorados a la indiada
beligerante. Una vez abiertas las puertas del Templo, se abalanzan sobre don
Camilo y sus dos hijos, son arrastrados al centro de la plaza, allí, sobre una
roca, lo tienden como para hacer un sacrificio humano, le arrancan la lengua, le
vacían los ojos, le cae golpes de “makanas”, don Camilo, muere horrendamente en
medio de un charco de sangre, y ante los gritos desesperados de sus pequeños.
No satisfechos con este horrendo acto, se dirigen al Templo en busca de más
víctimas, el padre Fernández de Córdova, sale al atrio portando en las manos un
crucifico, lleno de terror y mostrándoles la cruz, exclama: “Háganlo por él,
no nos maten, todos somos hermanos”. ¡Dios los castigará! Todo fue en vano.
El padre Fernández de Córdova, es levantado, luego conducido al centro de
la plaza, con golpes de hacha le cercenan los pies, con un tajo de cuchillo le
abren su pecho, para arrancarle el corazón, que palpitante aun, desaparece entre
los dientes de un caníbal del altiplano.
Los curas franciscanos, son apresados mientras rezaban en el altar, los
malditos se abalanzan sobre ellos, y de inmediato les cae golpes de hachas.
Finalmente son degollados, sus cabezas, son arrojadas de un lado a otro,
haciendo un juego macabro, con gritos salvajes de los beodos.
El Coronel José de Ávila, se esconde en el sepulcro destinado a la imagen
de Cristo, los malditos no respetan el lugar, le sacan, de inmediato recibe
puñaladas, dándose fin a su vida, en medio de la algarabía, de estos “Atilas”
del altiplano.
Melitón Sanjinez, herido en una pierna, recibe en pleno rostro el impacto
de la punta de una picota, crujen sus huesos de su cara, muere instantáneamente,
el pico, quedó clavado en su rostro.
Víctor Betancour, Ismael Roncal, Eladio Fiengo y Eulogio Selvas, son
colgados desnudos boca abajo en las vigas, con cortes de cuchillo son vaciados
sus intestinos, quedan como animales faenados.
A Ricardo Alba, Belisario Lora, Miguel González, Jorge Campero, y Mariano
Matienzo, ya muertos, con los brazos colgantes, están siendo arrastrados,
atados sus pies con cables de telégrafo a los caballos, para luego ser arrojados
a las hogueras.
A Calixto Risco, lo han degollando, luego su cabeza es mostrada, por un
janigua embrutecido.
Abel Benavides, trata de huir, un certero hachazo en la nuca lo deja en
seco. A Pastor Castro, Zacarías Urizar, Claudio Sucre y Adrián Pacheco, “les
han arrancado sus lenguas”, los borbotones de sangre no los deja respirar,
con picos y hachas dan fin a sus vidas, para luego ser clavados en los muros.
Dos muchachos esperaron su turno con terror, bien abrazados en un rincón, a
Andrés Loza, posteriormente los rematan a machetazos. El hermanito
Belisario, de 12 años, que se quedó a cuidarlo… ¿y de ese niño?… en breves
minutos, ¡sólo quedan sus huesos!... ¿Y la carne?... ¡¡Horror!!.