COMO
EN LA EDAD DEL ORO |
Los Tiempos Cochabamba,
viernes 18 de enero 1952.
En muchos episodios de la Guerra del Chaco, que tal vez haya tiempo de
consignarlos en detalle, aparecen rasgos salientes de caballerosa hidalguía. Uno
de estos se refiere l abandono obligado, por breves días, de Itaguazurenda,
hermosa propiedad ganadera de don Jesús Gutiérrez.
El Jefe de Estado Mayor de la 2da División. Jorge Chávez, mantenía la defensa de
ese punto con un transparente velo de dos Compañías.
Ocurrió este suceso en una noche de abril de 1935.
Se hacía imposible resistir, ni siquiera hasta el amanecer, pues las avanzadas
del 2do Cuerpo del Ejército paraguayo con el Regimiento “Cerro Corá”, habían
llegado a 500 metros de la hacienda defendida.
Los pocos soldados que formaban el velo, protegían la inminente retirada de las
reducidas fuerzas bolivianas. En estas circunstancias, el Sr Gutiérrez declaró
enfáticamente que no abandonaría su casa y sus trabajos, que constituían para
él, la consagración esforzada de toda su vida. Fue no obstante convencido por
las razones de orden perentorio, que le opusiera el mayor Chávez. Tuvo, mal de
su agrado, que tomar su puesto en el último camión de partida hacia Charagua, no
sin antes dejar una carta de puño y letra escrita en grandes caracteres que
decía: “Al Comandante militar paraguayo: Le pido a Ud. Que no destruya mi
hacienda ni permita que sus soldados hagan daño en los muebles y la casa. Yo
volveré aunque se encuentre en manos enemigas, para seguir trabajando. Jesús
Gutiérrez”
A horas 3:30 de esa mañana del mes de abril se pusieron en marcha. A los diez
días justos, una contraofensiva boliviana compuesta por los regimientos “Ingavi”
“Yacuma” “Chuquisaca”, bajo la dirección de su Comandante César Menacho, retomó
Itaguazurenda.
Con esa División volvió don Jesús Gutiérrez encontrando su casa perfectamente
limpia y ordenada con el mayor esmero. Los patios y los corrales, bastante
abandonados antes, ahora relucían a la luz bienhechora de los rayos tropicales.
En la misma mesa en la que Gutiérrez dejó su carta, encontró otra, concebida más
o menos así: “Señor propietario de esta hacienda. Le dejo en orden su casa, tal
como usted pidió. Me llevo todo el ganado (más o menos 2.000 cabezas) que le
será pagado seguramente por su Gobierno. Yo lo necesito por razones
comprensibles. Coronel Rafael Franco. Comandante 2do Cuerpo de Ejército”
Ese alto oficial en la Campaña del Chaco, llegó a la presidencia de su país; en
progresiva ascensión de su carrera militar. La anécdota anterior presta relieve
a su prestancia señorial. PHILOS.
COMENTARIO GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ:
Esta anécdota publicada y comentada por la dirección de la prensa local de
Cochabamba, hace medio siglo, seguramente fue relatada por el propietario de la
hacienda chaqueña, don Jesús Gutiérrez, muestra hasta qué punto llegaron las
avanzadas paraguayas y el gesto señorial del Comandante Rafael de la Cruz Franco
Ojeda que efectivamente fue ascendido a la Presidencia del Paraguay en
1936-1937.
Durante su eficiente gobierno llevó a cabo importantes gestos, vale comparar con
las acciones y personalidad de los gobernantes de nuestro país, ineficientes,
déspotas y demagogos; excepción de La Junta Militar de 1930-31 con Carlos Blanco
Galindo y la de Gualberto Villarroel 1942-1946.
Franco en Paraguay llevó a cabo la primera Reforma Agraria. Cerca de 10.000
familias pudieron acceder a ser propietarias. Creó la pensión para los lisiados
de la guerra. Repatrió centenares de sus compatriotas. La Pensión a los
Excombatientes, la creación del Patronato Nacional de los Indígenas, varios
Hospitales en el Interior del país. La Asociación Nacional de Ex combatientes
siendo su 1.er. Pdte. Creó las Universidades Populares. Y un sinnúmero de obras
benéficas.
Se sabe que la vida del coronel Franco fue muy difícil, después de ser derrocado
del poder. Tuvo que sufrir en carne propia la crueldad del destierro, y muchas
veces atravesó por grandes dificultades económicas. Pero a pesar de todo esto,
Franco fue reconocido por su talento militar y su admirable honestidad.
Rafael Franco pasó más de 25 años fuera del país. Su primer exilio fue después
de terminada la guerra, a finales de 1935, volvió en febrero de 1936 y asumió la
presidencia; el segundo destierro es desde agosto de 1937 a 1946, que vuelve al
país; y el tercer y último es a partir de 1947 retornando definitivamente a
finales de 1963. Cuando falleció su esposa en 1953 no se le permitió asistir a
su funeral. En Montevideo se dedicó a la fabricación de jabones para sobrevivir,
ya que no tenía ningún otro ingreso, ni pensión militar, en un barril de 200
litros de acuerdo a una fórmula que le había enseñado su padre; y luego, tenía
algunas personas que se dedicaban a venderlo.
Con su salud ya deteriorada regresó a fines del año 1963 definitivamente a su
tierra. En los últimos años de su vida vivió en una pequeña habitación, que
originalmente servía de garaje, ubicada en las calles 14 de Mayo y Herrera.
Desde ese lugar caminaba hasta un café que se hallaba situado sobre la avenida
25 de mayo. Allí se reunía con viejos amigos y camaradas con quienes conversaba
alegremente de la política y sobre temas militares y sociales.
En septiembre de 1973, ingresó al Sanatorio Americano a causa de su grave estado
de salud, más ya no salió con vida. En los últimos y más tristes días fue
visitado por el coronel Arturo Bray, con quien mantuvo una enemistad de más de
30 años. El coronel Rafael Franco falleció el 15 de septiembre de 1973 y una de
las coronas de flores más grandes se la envió el mismo Arturo Bray. La corona
llevaba una corta inscripción, dedicada al héroe de la Guerra del Chaco,
conocido por su humildad y su sencillez. En la inscripción decía: “A un gran
patriota”.
Durante la Campaña del Chaco, fue considerado uno de los mejores oficiales y le
asignaron importantes tareas, como la formación de nuevos cuadros oficiales o de
tropa. El Chaco fue el escenario de sus más grandes victorias. Franco Comandante
de la Escuela de Aviación Militar; fue ascendido a Mayor y poco más tarde,
asumió la conducción del Regimiento de Infantería Nº 5 General Díaz, con asiento
en Bahía Negra. Sufría de una renguera desde un accidente ocurrido en los
últimos años del Colegio Militar, cuando cayó de un caballo. Sus tropas lo
llamaban con el cariñoso apodo de “León Karê” (León Cojo).
Desde el inicio de las hostilidades con Bolivia, fue reincorporado al ejército.
Durante toda la Campaña fue el militar de mayor confianza del Gral Estigarrivia.
Realizó una brillante carrera como guerrero, llegó a ocupar la comandancia del
II Cuerpo de Ejército y a conquistar importantes lauros en la parte definitoria
de la guerra como Picuiba, Yrendagué y tomó Carandayty, Charagua e Ingavi.
La batalla de Campo Vía fue la culminación de la estrategia implementada por él,
el acta de rendición de Campo Vía está su firma junto a los jefes bolivianos que
se rindieron. Después de esta batalla es ascendido a Comandante del II Cuerpo.
Durante el Desfile de la Victoria, cuando pasó Franco, la multitud desbordó y en
medio de aclamaciones y flores.
Ahora que conocemos tardíamente el gesto con la hacienda de don Jesús Gutiérrez
aplaudimos a Franco a la distancia del tiempo. Debemos también proclamar el
honor de los nuestros que supieron defender la soberanía con enorme sacrificio y
patriotismo.
Tres años de guerra “estúpida” donde los contrincantes ni siquiera se conocían y
en muchos sentidos hasta se “respetaban”; la contienda dejó cien mil muertos de
ambos países, cuatro veces más de heridos, enfermos, lisiados, huérfanos, viudas
y un sentimiento de frustración en las almas; de allí emergieron héroes como
Gualberto Villarroel y muchos jóvenes que quedaron marcados toda su vida por esa
lucha salvaje en el candente Chaco. Bolivia ganó en el campo de batalla; perdió
en las negociaciones de Buenos Aires. Honor a los dos ejércitos de jóvenes
valientes llevados al sacrificio por políticos sin alma.
Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba Septiembre 2014