Guerra del Chaco |
ASPECTOS HISTORICOS DE LA MEDICINA DURANTE LA GUERRA DEL CHACO. |
Gastón Cornejo Bascopé.
Cochabamba. Bolivia. Julio 2013.
GUERRA DEL CHACO BOLIVIA-PARAGUAY.
1932-1935
¡A 81 AÑOS DE LA INICIACIÓN DE LA GUERRA DEL SUDESTE DOS PUEBLOS HERMANOS SE
DESANGRARON POR DEFENDER EL CHACO BOREAL!
¡NINGÚN ACONTECIMIENTO EN LA HISTORIA DE BOLIVIA PUEDE CONPARARSE EN INTENSIDAD
DRAMÁTICA Y SACRIFICIO QUE ESA CONFLAGRACIÓN QUE DURÓ TRES AÑOS!
¡SE SACRIFICARON MILES DE VIDAS DE JÒVENES BOLIVIANOS Y OTRO TANTO DE
PARAGUAYOS!
¡QUEDARON MILES DE MUTILADOS Y HERIDOS, VIUDAS Y HUÉRFANOS! ¡INNUMERABLE
CANTIDAD DE PRISIONEROS DE AMBOS BANDOS!
¡BOLIVIA PERDIÓ 243.500 KM2 DE LA HEREDAD NACIONAL!
¡ACONTECIMIENTO DE VIOLENCIA GUERRERA QUE PARECE HOY TAN LEJANO Y AJENO COMO
LA GUERRA EL PELOPONESO; SIN EMBARGO, AUN QUEDAN HERIDAS POR RESTAÑAR, Y LOS EX
COMBATIENTES, YA ESCASOS, CONTINÚAN ENVIANDO MENSAJES DE PATRIOTISMO A LAS
NUEVAS GENERACIONES PARA AQUILATAR EL ENORME SACRIFICIO Y EL HEROISMO DE SU
GENERACIÓN EN FAVOR DEL FUTURO DE LA PATRIA!
MARCO HISTÓRICO.
- El 5 de diciembre de 1928, las fuerzas paraguayas atacaron por sorpresa el
fortín boliviano “Vanguardia” por 300 hombres bien equipados produciendo
heridos, mutilando cadáveres y luego de incendiar las edificaciones se retiraron
al fortín propio “Galpón” tomando prisioneros. No recibiendo las satisfacciones
debidas, el Presidente Hernando Siles, ordenó la intervención del fortín
paraguayo “Boquerón” (14 de diciembre de 1928) y llamó al Gral. Hans Kundt para
restituirse de Europa a su anterior cargo de Jefe de Estado Mayor General.
Mientras la Comisión de Investigación y Conciliación Internacional constituida
estudiaba las soluciones en Washington, ambos países se mantuvieron en pie de
guerra. En septiembre de 1929, los gobiernos de Bolivia y Paraguay aceptaron el
pacto de conciliación propuesto por los países neutrales.
-En julio de 1931 El Dr. Abelardo Ibáñez Benavente en una primera expedición
constató las graves deficiencias en sanidad (postas y hospitales), gravedad de
enfermedades tropicales y carencia de agua en todo el Chaco boreal. Su informe
fue totalmente desestimado.
-Por datos de José Manuel Balcázar “Historia de la Medicina en Bolivia” y de
Antonio Dubravcic L. “Participación del cuerpo médico de Sucre en la Guerra del
Chaco” sabemos que, al iniciar el año de 1930, el notable médico escritor Jaime
Mendoza González, que no fue partidario de la guerra, escribió con carácter
urgente, la importancia trascendental de estudiara las condiciones de salubridad
en el Chaco. “Creo pues, llegada la ocasión de emprender estudios de salubridad
en el departamento de Chuquisaca fronterizo con el Chaco. Hace más de un año,
que a raíz de los incidentes de 1928 con el Paraguay, propuse al Instituto
Médico Sucre, destacara de su seno, buscando la ayuda del gobierno, una comisión
médica que fuese a estudiar las características sanitarias del trayecto que
deben seguir el ejército al ir al Chaco”. Además, se sabe que el Dr. Jaime
Mendoza recorrió todo el territorio del Chaco, hasta la frontera con el
Paraguay, en sus trabajos de geopolítica recomendó la vertebración del país con
caminos y la construcción de puestos sanitarios en el Departamento de Chuquisaca
para defender el Chaco, anticipándose a la contienda bélica con el Paraguay.
- En 1930, fue depuesto Hernando Siles en una revuelta llamada Revolución
Constitucional. Le sucedió en el Gobierno el Gral. Carlos Blanco Galindo y una
Junta Militar de excelencia histórica integrada por los militares Generales
Oscar Mariana Pando, José H. Lanza, Filiberto Osorio, Bernardino Bilbao Rioja,
Emilio Gonzales Kint y el notable concurso de ciudadanos ilustres, los doctores:
Tomás Elío, Carlos Tejada Sorzano, Rafael de Ugarte, David Alvéstegui, Daniel
Sánchez Bustamante, Franz Tamayo, Ismael Montes, Bautista Saavedra, Casto Rojas.
En una corta pero fructífera gestión (1930-1931) se decretó y organizó el
Consejo Superior de Economía, la Dirección General de Indígenas, la neutralidad
política y la reorganización técnica funcional democrática y defensiva del
Ejército. En el Primer Referéndum efectuado en Bolivia se sometió a
consideración del pueblo reformas económicas, políticas y jurídicas de gran
trascendencia, en ella se aprobaron reformas estructuras como: el Recurso de
Habeas Corpus, la Autonomía Universitaria, el Régimen legal del Sufragio, la
Democratización Administrativa, la Contraloría General de la República, y la
legalización del período de la presidencia y vicepresidencia por el término de
cuatro años así como su irrelegibilidad. Finalmente, la independencia del Poder
Judicial y el Estatuto de la Educación Pública y excepcionalmente, en toda la
historia de Bolivia, no se persiguió a los políticos de la gestión anterior.
Fue, en suma, un gobierno prolífico en realizaciones y extremado en probidad
pues todas sus autoridades militares integrantes hicieron renuncia de sus dietas
políticas manteniendo sus sueldos profesionales, resguardando la sanidad de la
economía patria.
- Convocada la elección democrática fue elegido y posesionado el Dr. Daniel
Salamanca.
- El ex Presidente Blanco Galindo y otros conspicuos militares ya habían
efectuado exploraciones del territorio sudeste de Bolivia confirmando en sus
informes el abandono administrativo y las pésimas condiciones de conexión
estratégica. Se recomendó la creación de comunidades colonizadoras que hicieran
presencia nacional, mas no fueron escuchadas ni se lograron crearlas y menos la
construcción de vías de comunicación adecuadas.
- El Coronel Filiberto Osorio, Jefe de Estado Mayor, informó al Dr. Ibáñez
Benavente, Jefe de Sanidad Militar que el magnate minero Carlos Víctor Aramayo
había donado 10.000 dólares para la construcción de un hospital destinado a
“Muñoz”. La distancia y los medios de transporte que impidieron la creación del
único hospital en el Chaco, fueron asignados para Villamontes.
- Durante el Gobierno de Blanco Galindo, el Jefe de Estado Mayor Gral. Julio
Sanjinés, hizo estudios de inspección a los fortines más avanzados del Chaco
(Arce, Alihuatá, Saavedra, Cuatro Vientos, Tinfunqué, Vanguardia) se apoyó a los
escasos colonizadores y ganaderos bolivianos, concediéndoles tierras y tratando
de asentar así la soberanía nacional.
- En lo aprestos iníciales del conflicto, el presidente Salamanca convocó al ex
Presidente Blanco Galindo y a la Junta Militar saliente, al Consejo de
Ministros, para consultarles la conveniencia de ingresar en guerra con el
Paraguay. El ex Presidente tenía una formación militar de excelencia,
especializado en Argentina y Francia en la Escuela de Artillería e Ingeniería de
Fontainebleau donde estudiaban los abanderados sobresalientes de las milicias
del mundo entero; además, una sólida formación cultural y merecimientos; era, a
no durar, el profesional indicado para jefaturizar al Ejercito Boliviano y
conducir con éxito la campaña propuesta. Sin embargo, la interrogante de
Salamanca fue rechazada de plano por Blanco Galindo y todos los consultantes
quienes se manifestaron contra la inconveniencia de la guerra, en vista de los
innumerables inconvenientes de preparación y logística que limitaban las
posibilidades de una victoria contundente. Así fueron expuestas las siguientes:
por la lejanía, el territorio del Chaco era desconocido, era real la carencia de
vías de penetración adecuadas, de vías camineras o ferrovías inexistentes, gran
distanciamiento de los centros de abastecimiento y se relievó- condiciones
climatológicas adversas para un ejército andino, finalmente, la preparación
militar precaria hacía poco probable una victoria inmediata.
- Ante estas razones valederas, el ex Presidente fue relegado a funciones
secundarias como Director General de abastecimientos y Jefe de Estado Mayor
Auxiliar; designándose a militares de preparación subalterna, se llamó al Gral.
Alemán Hans Kundt equivocando decisiones importantes con los resultados por
todos, conocido.
- Iniciada la contienda el Director General de Sanidad Militar Dr. Abelardo
Ibáñez invitó a los profesionales de salud a enrolarse, apenas acudieron cinco
médicos “suficientes para llenar un automóvil”, según su propia expresión. Entre
ellos dos norteamericanos: el Dr. Frank Beck de la Clínica Americana y James V.
Price. (*)
- Durante la guerra, todas las advertencias y consecuencias negativas se
cumplieron: deficiente preparación militar, insuficiente dotación armamentaria,
escases de víveres e implementos de comunicación, abastecimiento negativo y
tardío por la lejanía del teatro de operaciones, desadaptación a la llanura
chaqueña; pero lo más grave fue la ineptitud de la jefatura militar acarreando
el desastre y la ruina para Bolivia.
Así lo demuestran los siguientes testimonios:
- El Gral., Oscar Moscoso admite en sus memorias que las vías de acceso al
Chaco, hasta fines de 1931, eran casi inexistentes. Sólo era factible llegar
allí mediante caminos de herradura, desde Cochabamba a Santa Cruz, de Sucre a
Cuevo y Boyuibe; de Tarija a Yacuiba, con un ramal a Villa Montes, siguiendo la
difícil cuesta de Los Monos.
Bolivia debió efectuar grandes esfuerzos económicos para abrir caminos
carreteros cortando la cordillera. A mediados de 1931 se daban los últimos tiros
de dinamita en las rocas de Aguaragüe, a pocos kilómetros de Villa Montes por
donde un año más tarde circularían millares de hombres pertrechados en camiones.
A fines de 1934 se concluía el camino de Sucre a Incahuasi sin el cual hubiera
sido imposible la defensa de Camiri, Cuevo y Lagunillas.
- Otro grave testimonio más definido y cruel lo emite en sus escritos el
Suboficial Alberto Cornejo Soliz: “El soldado desconocido fue el único que con
su sacrificio y su concepto del deber puso atajo al avance de las hordas
enemigas. Mientras ese soldado, mal comido, sin agua, sin ropa y maltratado
luchaba sacrificando sus comodidades y su vida misma, los jefes a decenas de
kilómetros tras las líneas de combate pasaban la vida entre humos alcohólicos y
comodidades de príncipe”.
Continúa:”En las retiradas de Campo Jurado, Celina y tantos otros, los heridos
eran obligados a caminar y solo en últimos extremo ayudados al hombro o en
camilla. No había camiones para ellos”. “El mismo día que a Carozi llegaba todo
el Primer Cuerpo con soldados muertos de hambre, sed y cansancio, no había un
solo camión para trasladar enfermos, heridos y armamento, entonces, …el Comando
Superior enviaba a Villa Montes, desde Samayhuate, toda una columna de camiones
cargados de esbirros para cercar al Presidente Daniel Salamanca y a sus tres
ministros”-Reitera-”El mismo día en que los hospitales eran asaltados por el
enemigo en Celina y los heridos y enfermos pasados a degüello, varios Coroneles
del Comando, ocupando un camión cada uno, escapaban de Samayhuate por miedo al
enemigo y no había camiones para los heridos”
Sobre el desastre de Picuiba anota el mismo autor:”En las cálidas arenas de
Picuiba se sacrificó toda una pléyade de juventud, lo más bizarro y granado,
mientras idiotizado el Coronel Toro hacía gala de grandeza en Carandaití. Se
habían perdido 14 mil soldados de los 17 mil hombres que comenzaron la jornada.
En pocas horas y al llegar la tarde quedaron residuos del famoso cuerpo en el
cual todos tenían gran esperanza. Cayeron las mejores unidades del Ejército y el
renombrado Cuerpo de Caballería con armamento moderno y pertrechos numerosos,
faltos de jefes que dirijan y al mando de solo Suboficiales y Clases, cayeron
derrotados y cercados. Se perdieron 400 camiones, víveres por valor de 2
millones de dólares, miles de ametralladoras y fusiles; 6 cañones de gran
calibre y decenas de cañones de acompañamiento, innumerables morteros,
vituallas…y el inepto jefe ascendido a Jefe de Estado Mayor del Comando Superior
en Campaña”
Después del desastre del Carmen, el diario de Alberto Cornejo Soliz, secretario
del coronel Humberto Arandia registra lo siguiente: “En Carozi se iban
concentrando las tropas en retirada en total desconcierto, sin jefes, sin mando
y algunos sin armas. Los soldados no habían comido desde varios días antes,
todos esqueléticos, decepcionados, descompuestos; más que hombres, fantasmas de
un drama trágico, sombras escapadas de las páginas de un Dante que quisieran
huir de la muerte. Gritos de hambre cruzaban el ambiente ¡Siquiera un pedazo de
pan, un pedazo de chuño! Las bocas famélicas se abrían impotentes para luego
cerrarse en un rictus atormentado; y en los depósitos de Carozi habían grandes
depósitos de víveres pero un Teniente Coronel se oponía terminantemente a que se
entregara siquiera un pedazo de pan”. Finalmente, se impuso el Teniente Coronel
Arandia quien ordenó se repartiesen los víveres y se prepare el rancho
colectivo; de ese modo la tropa que llegaba desfalleciente y hambrienta pudo ser
atendida en forma racional y humana” Arandia defendió responsablemente a su
turno Carozi evitando otra derrota y el término prematuro de la contienda.
Otros conceptos de vivencia impresionantes registrados en el Diario de Alberto
Cornejo: “Intensos tiroteos en el frente y alas, los pilas están borrachos,
gritan y ríen” “Hacen tres días que no rancheamos” “Caminamos toda la tarde y
noche chapaleando en el barro y agua hasta la rodilla. Llegamos a Cañada
Trinidad y dormimos tirados en el monte. Llueve pero por el cansancio no nos
preocupa” “A las 2 patrullamos y constatamos que el enemigo se va retirando.
Inmediato avance, el círculo se va cerrando. A las 12 comenzaron a caer
prisioneros en gran cantidad, hay más de 500. Hemos tomado el parque, armamento,
camiones y ropa”. “Fuerte ataque en nuestra retaguardia izquierda. Había
comenzado el rodeo preparado por el enemigo; los tenientes Aldunate, el
Subteniente Jorge Torrico y José Claure murieron los tres y sus soldados, fue
imposible sacar los cadáveres bajo el peligro. Nos replegamos todos a 190
metros. Seguía el rodeo. Al fin doblamos el ala, nuestra línea comenzó a evacuar
inmediatamente. No hemos dormido un instante y marchamos callados” “Hoy fue
fusilado el soldado Pedro Pérez por haber desertado, uno de tantos desgraciados
que ignoran si son seres racionales”
Caído un compañero amigo Armando Urquidi Montero, el diario revela el hermoso
pensamiento: “Aquí donde la muerte ha sentado su señorío y la boca de las armas
homicidas siembra semillas de olvido. Aquí donde el misterio de las marañas
boscosas cierra el horizonte de la vida, sólo hay in sentimiento que retempla el
espíritu y redime el alma…la amistad”
- El historiador Félix Eguino Zeballos (fundador de la Unión Latinoamericana por
José Ingenieros Sección Boliviana 1926), asegura que “Arce y Platanillos fueron
un respiro (6 de noviembre 32) y una actitud viril la del Kilómetro 7 de la
picada Saavedra-Alihuatá”.
Relata que Kundt presentó la estrategia de retiradas para después lograr una
ofensiva victoriosa. En las maniobras defensivas sucedieron derrotas y acciones
dolorosas: Campo Jordán, Gondra, Nanawa (4 julio 1933) operaciones que culminan
siempre favorables al ejército paraguayo. El desastre de Alihuatá y la
capitulación de Campo Vía (diciembre 33) donde caen dos divisiones enteras, más
de 8 mil prisioneros.
Enseña que Kundt telegrafió a Salamanca anunciando la inminencia del desastre de
Alihuatá, seguida de la derrota de Campo Vía donde se capituló el 11 de
diciembre de 1933 en forma incondicional. Peñaranda libró a 2. 500 mil hombres
del corral y salió a Campo Jordán. Luego se evacuó el fortín Muñoz replegándose
hacia Ballivián y Magariños. 20 diciembre de 1933. Más fracasos: Ballivián,
Campo Jurado, Cañada Cochabamba, Nelly, Ibibobo, Santa Fe, Picuiba; hasta llegar
a los contrafuertes andinos. Que sucedieron dos victorias en Cañada Strongest y
Cochabamba (18 mayo 1934, con 2 mil prisioneros paraguayos). Luego la defensa de
Carandaití y Parapetí.
- El historiador Ovidio Urioste al comentar la obra histórica de Porfirio Díaz
Machicao rectifica: “La victoria de Cañada Cochabamba o Strongest sólo permitió
la captura de 1.500 prisioneros. La mala conducción del comando hizo escapar a
7.000 paraguayos del cerco que se les impuso”.
- En los archivos de Daniel Salamanca publicados en “Documentos para una
Historia de la Guerra del Chaco”, en el capítulo: “Cómo fue derrotado el Hombre
Símbolo” (pág. 126 a 182), está descrito el episodio en su intimidad dramática.
“Sufrido el contraste de Cañada Carmen, el presidente decidió relevar a todo el
Comando Superior jefaturizado por el Gral. Enrique Peñaranda. Viajó por quinta
vez al teatro de la guerra el día miércoles 21 de noviembre de 1934. Su comitiva
estaba compuesta por Rafael Ugarte, los ministros de Gobierno José A Quiroga, de
Guerra Demetrio Canelas, el Coronel Miguel Candia, los tenientes coroneles
Melitón Brito, Florián Montaño, Tte. Oscar Blanco edecán y subtenientes Hernán
Salamanca y Antonio Medina. Retornaron desde Aiquile José A. Quiroga y Montán
ante la posibilidad de una revuelta. A tempranas horas 6:30 de ese día 27 de
noviembre Rivera al mando de camiones transportando soldados del grupo
artillería No 4, comendados por el Mayor Felipe Viscarra y los oficiales Abel
Peña y Lillo y César Roca emplazaron cañones con orden de hacer el fuego sobre
la casa presidencial a una señal convenida.
Fueron acorralados el Presidente, los doctores Canelas y Ugarte, los Generales
Lanza y Sanjinéz, los Tcneles Candia, Brito, Añez y Álvarez; el edecán Blanco,
el Subte Salamanca hijo del Presidente y ocho policías de la escolta
presidencial.
A horas 6: 45 el Mayor Busch se dirige a Lanza: Mi General: ¡Usted y el señor
Presidente están presos! Lanza responde echando mano a la pistola: ¡Que venga el
que ha dado esa orden! Busch retrocediendo pasos y también armado exclamó: ¡Tire
mi General!
Tranquilizados los ánimos Lanza descubre que el Tcnel. Añez también está
incorporado al complot. Lanza avisa al Presidente cuando numerosos camiones y
tropa rodeaban la casa e ingresaban a los jardines emplazando las
ametralladoras.
Ingresa Peñaranda manoteando en actitud torpe y vociferando (y en estado de
ebriedad): ¡Ahora les vamos a enseñar a ser hombres a estos canallas!
Dirigiéndose a los soldados: ¡Tómenlos presos a esos señores! ¡Ninguno debe
escapar! ¡Llévenlos a la pista! Señalando al Gral. Lanza: ¿Por qué no le han
agujereado la panza a éste? ¡Tírenle!
Lanza responde ¡Tiren! ¡Estoy dispuesto a derramar mi sangre por la Patria!
¡Tiren soldados y sepan que es por Bolivia, siempre por Bolivia! Salamanca
apoyado contra el marco de una puerta contemplaba absorto y lívido la escena.
Más tarde expresó: “Este es el único cerco en el que han tenido éxito” “Sanjinéz
desleal como siempre y el Coronel. Añez, han venido a mi casa en patrullaje para
traicionarme” “¿Ustedes se dan cuenta de lo que están haciendo?" ¿No piensan
acaso que esto ha de repercutir afuera del país desfavorablemente en el
resultado de la guerra y en las gestiones diplomáticas?
Ugarte y Canelas fueron incomunicados en la Pista en calidad de presos.
Reunidos los militares del complot descrito, analizaron la conveniencia de pedir
la dimisión del presidente, redactaron la nota de renuncia: “No estando en
funciones el Congreso Nacional, encontrándome enfermo, me dirijo a la Nación
para hacer renuncia irrevocable y dejación absoluta del alto cargo desempeñado
hasta el día de hoy. Por tanto, en virtud del Art. 84 de la CPE, el señor
Vicepresidente de la República asumirá las funciones de Jefe el Poder Ejecutivo.
Villa Montes 27 Noviembre 1934”
Testimonio de Hugo Guzmán Soriano. “Ingresé a la Campaña del Chaco el primer año
de conflicto bélico en 1932 interrumpiendo los estudios universitarios de la
facultad de Medicina y Ciencias de la Salud para servir a la Patria. Todos los
estudiantes fuimos movilizados y distribuidos entre los destacamentos para
marchar al Chaco. Fuimos dos estudiantes de medicina con Renato Coca en el
Destacamento. Llegamos a Mallasillas, desde donde fuimos llevados a pie, a
marchas forzadas hasta el Fortín Muñoz, a las trincheras. Fui incorporado al
“Regimiento Murguía 50 de Infantería, con actuación en las batallas de Campo
Grande, Puesto Nuevo, Magariños y Alihuatá”. Conmovido por el recuerdo de la
retirada del Ejército boliviano expresa: “En forma desordenada y sin orientación
alguna por parte de superiores que dieron la orden de retirada con la premisa
de: ¡Sálvese quien pueda!, caímos en una emboscada y cerco paraguayo.
Aprovechando la oscuridad de la noche y el conocimiento de algunos soldados
orientales, un grupo reducido pudimos salir al puesto boliviano”. Luego fue
incorporado al hospital de campaña para la atención de heridos de diferentes
sectores.
CONCLUSIÓN DE LA GUERRA DEL CHACO
- En ese tiempo el ejército paraguayo está frente a Villa Montes y Picuiba. La
retirada total fue de 150 kilómetros con cientos, miles de soldados muertos de
sed.
Finalmente coordinaron la Artillería e Infantería bolivianas. En Capirenda se
registró la victoria que terminó con la 9na División paraguaya.
- Ovidio Urioste se refiere con orgullo sobre la Defensa de Villa Montes (15
febrero 1934) que mueren 8 mil paraguayos y el 22 de enero es el último ataque
paraguayo.
Aún otra victoria boliviana: Camatindi (marzo 1935). Se retoman Boyuibe y
Mandeyapecua, Charagua, Tarairí y Parapetí del enemigo con éxito el 2 de mayo
1935.
- Según Roberto Querejazu Calvo, la guerra de 3 años significó una cerrada
defensa del petróleo pero se perdió todo el Chaco Boreal. 235 mil Km cuadrados;
se movilizó a 250.000 hombres, con 50 mil muertos bolivianos, 100 mil heridos,
25 000 prisioneros, 4.000 inválidos, 18.000 desertores, a un costo de 228
millones de dólares o 500 millones de libras esterlinas. Paraguay movilizó
150.000 soldados, muertos 40.000 muerto, 7.000 prisioneros, 30.000 inválidos, y
20.000 desaparecidos. Fue una cruenta guerra en la que utilizó morteros,
lanzallamas, ametralladoras, tanques y combate aéreo.
- El 12 de junio de 1935, es la fecha del cese de acciones bélicas. Se
entrevista Peñaranda con Estigarribia en Puesto Moreno. El 9 de julio se firma
el Tratado de Paz definitivo rubricado por Bolivia Tomás Manuel Elío.
- El 12 de junio de 1935 cesaron los combates en el Chaco a medio día luego de
un silencio pavoroso después de tres años de matanza innecesaria. Quedaron en
los candentes arenales del Chaco más de 50 mil cadáveres, 80 a 100 mil heridos,
inválidos, desaparecidos, de vidas juveniles y con ellos, viudas, huérfanos y
hogares destrozados.
MANIFIESTO DE DESPEDIDA. CONCLUIDA LA GUERRA DEL CHACO (13 JUNIO 1935)
- Llama la atención el conmovedor Manifiesto de Despedida escrito, casi en prosa
poética por el General Enrique Peñaranda, a los desmovilizados, en fecha 24 de
junio de 1935. “A los Srs. Jefes, Oficiales, Soldados del Ejército en Campaña.
Pacificada la contienda aproxímase la hora en que debéis tornar a vuestros
hogares después de tres años de combatir sin tregua contra el invasor. Cuando la
Patria conmovida ante la agresión injusta os llamó bajo banderas, acudisteis en
su defensa sin vacilación. Abandonándolo todo con el supremo renunciamiento de
quien sabe que va a morir o a vencer por algo más que un derecho inconmovible:
la honra nacional.
Alzóse a vuestro paso la naturaleza misma. Os acecharon la distancia, la sed, la
muerte pero nada logró detener la imperiosa marcha de vuestra epopéyica acción.
Por delante la Patria, os seguía el clamor de la Justicia y del Derecho.
Valerosos en la batalla, magnánimos en la victoria, titánicos en las aciagas
horas, habéis demostrado el mundo de lo que es capaz un pueblo superior que
lucha en aras de un sacro ideal. La historia no podrá señalar un solo palmo de
terreno en el trágico escenario, que no hubieseis glorificado con vuestro
heroísmo y vuestra abnegación.
No bastan todos los laureles ilustres para amontonarlos sobre las tumbas
venerandas de los que cayeron en la lid; para los que alzándose en espíritu se
deificaron magníficamente sobre todos los términos humanos y transitorios.
Vencieron a los Hombres, vencieron al Dolor, vencieron a la Muerte. Junto al
turbión de su sangre generosa y fecunda germina ya la esplendorosa Patria del
mañana y sobre su sagrado despojo solo cabe un responso: el de la Eternidad.
Expreso mi gratitud de Jefe a todas las entidades que con mente, corazón y
empeño coadyuvaron a la defensa nacional. A la Sanidad Militar que
infatigablemente y abnegadamente voló en torno de los dolores materiales que nos
deparó la guerra. A nuestros servicios de campaña: Transportes, Comunicaciones,
Abastecimientos. Al Clero, a todas las organizaciones de retaguardia que
cooperaron con la obra del Ejército. Y la expreso, en forma especial al chofer,
el héroe silencioso del camino inacabable.
BOLIVIANOS: Hombres de la montaña y del Oriente; Jefes y Oficiales, Soldados de
la guerra del Chaco; Jefes y Oficiales extranjeros, paladines de la Civilización
y de la Justicia; guerreros de Laguna Chuquisaca, Boquerón, Kilómetro 7, El
Condado, Ballivián, Strongest; de las nueve victorias consecutivas que trazaron
su parábola desde Carandaití y Pozo de Tigre; soldados del Chaco, llenos de
vuestra gloria.
Y ahora, id a laborar por el engrandecimiento moral y material del país; con el
pensamiento sereno y con la acción solícita y honorable. Que el orden y la
disciplina que con vuestra bravura fueron poderosas palancas en los éxitos de la
guerra, sean las normas invariables a que sujetéis severamente vuestras futuras
actividades. Ayer héroes de la contienda; mañana héroes de la paz. Os abraza
vuestro General y amigo. Gral. Enrique Peñaranda. General en Jefe del Ejército
de Bolivia.”
BENEMÉRITOS.
- Más tarde, la indiferencia, el olvido, la desunión primaron con los
Beneméritos de la Patria. Para el periodista socialista opositor y muchas veces
exiliado, don Nivardo Paz, fue el Leit Motiv de sus escritos pues él se enroló a
los 15 años y fue accidentado varias veces extraviándose en el monte hasta casi
perder la vida, a punto de morir ahogado salió del río Pilcomayo a defender
Bolivia y más tarde, los compatriotas de derecha lo anatemizaron innoblemente;
mas la historia hizo lo suyo y llegó a héroe.
EL PAGO DE LA PATRIA DEFENDIDA.
En muchos de sus escritos periodísticos Nivardo Paz, reclama por el olvido, la
indiferencia y el mal trato de parte de los gobiernos de turno a los
Beneméritos. Siempre empobrecidos pidiendo limosna para subsistir. Los militares
golpistas posteriores a la guerra: Toro, Busch, Quintanilla, Melgarejo,
Villarroel, no les aceptaron ni siquiera audiencia salvo el Gral. Juan José
Torrez que les asignó una pensión vitalicia apenas significativa. Su hijo
diputado logró para ellos un pequeño incremento de 50 bolivianos aprobado por la
cámara de diputados y rechazada por la de Senadores. Otra excepción fue la Ley
Gueiler que les concedía un bono de las gasolineras, fue anulada por el Decreto
Supremo 21060.
Nivardo Paz insiste en la denuncia: “Jaime Paz Zamora en gesto de popularidad y
burla, concedió 8 hectáreas a cada ex combatiente, ya ancianos de 70 a 90 años,
de terrenos ubicados en Monte Puncu, provincia Carrazco, con condiciones
burocráticas para acceder al monte; muchos ya habían fallecido sin poder llegar
a la zona en razón de su avanzada edad, además de la imposible delimitación
correspondiente”
En otro testimonio escrito con furia Nivardo Paz transcribe el testimonio de
Enrique Severich de la Comisión de FEDEXCHACO, que cuando se entrevistó al
dictador Hugo Bánzer para solicitar incremento de 30 bolivianos a la miserable
pensión, el presidente preguntó con sarcasmo: ¿De qué han venido a pedir
aumento? ¿De lo que han perdido? Severich le respondió: “Perdimos territorio
pero no el petróleo, por la incapacidad y mala conducción de los comandantes de
la IV y IX División que entregaron 8.000 prisioneros en Alihuatá y Campo Vía a
la cabeza de los coroneles Banzer y Gonzales Quint. Enfurecido el dictador hizo
apresar al delegado y lo tuvo en prisión 2 y medio meses en la cárcel de San
Pedro”.
Finalmente, la esposa del mandatario Sanchez de Lozada les hizo un “Regalanazo”
cuando tenían la edad promedio de 87 años, decidió obsequiarles 250 bastones
para que se ayuden en su penosa marcha para cobrar sus magras pensiones, siempre
excluidos del aumento salarial a pesar de sus marchas, reclamos y huelgas de
hambre. Los defensores del petróleo fueron los primeros en reclamar cuando los
gobiernos neoliberales regalaron YPFB y el petróleo a expresas transnacionales
- En su Diario de Campaña, el Mayor Alberto Taborga, héroe de Boquerón, concluye
su relato. Luego de caer prisionero al término de la defensa del fortín
Boquerón, y sufrir cautiverio y tribulaciones hambre, tortura: “Bajo el látigo
esclavista de los custodios sádicamente perversos, diez mil cruces de diez mil
prisioneros marcan los hitos del progreso caminero en el erial Guaraní.
Cuadrillas de prisioneros de guerra son dados en alquiler para ser subalquilados
a los estancieros y capataces de los yerbatales del agro paraguayo. Trabajos
forzados en las Canteras de Tacumbú y Emboscada, Cañabé, Peña Hermosa, son la
fosa común de una generación angustiada y escarnecida de bolivianos inermes en
poder de bárbaros negreros. Intentos de fuga frustrados, reclusión en celdas de
Presidio en Asunción, asfixia, promiscuidad, martirio implacables. Paz del Chaco
y retorno a la patria. Yacuiba a la vista.
A los prisioneros repatriados los recibe el Jefe de Desmovilización: “Ustedes,
carajos, se han atrevido a criticar y censurar la actuación del Alto Comando.
Han conspirado contra el Gobierno y la seguridad de la nación. ¡Derrotistas!
¡Traidores! Aún estamos en tiempo de guerra…¡Serán procesados! ¡Los vamos a
fusilar!”
El Mayor Alberto Taborga concluye: “Mientras en el Paraguay el presidente de la
Victoria Eusebio Ayala y José Félix Estigarribia eran conducidos cargados de
cadenas a comparecer ante un tribunal de su pueblo para dar cuenta de sus
errores en la conducción de la guerra; en la ciudad de La Paz, hacen su entrada
triunfal los Generales de la Derrota, vencedores en la liza de las
concupiscencias y la inmoralidad cívica”.
Increíble los avatares de postguerra sucedidos con el Comandante Bernardino
Bilbao Rioja; bajo la presidencia del Gral. Carlos Quintanilla fue torturado
cobardemente en el propio Palacio de Gobierno y llevado al exilio a Chile so
pretexto de preparar un golpe de Estado.
Transcribo un párrafo del ex combatiente Nivardo Paz: “La Guerra del Chaco, duró
tres años; fueron tres años de exterminio y muerte en ese desierto infernal
donde dejaron hondas cicatrices entre los contendientes. La candente pampa
regada fue con sangre y sembrada con cien mil cadáveres. La Paz del Chaco
decretó el sepelio de la inútil hoguera bélica. Sólo queda el recuerdo de
experiencias cruentas vividas en el escenario dantesco desde los abismos del
dolor; quedan los sobrevivientes espectadores que lo dieron todo en la hora de
la prueba suprema y pelearon hasta los límites de la heroicidad y el sacrificio,
a pesar de la ineptitud y la traición de los mandos militares. Guerra de sed, de
hambre y enfermedades, perecieron más que por las balas. Los actores desfilan
famélicos en cada aniversario guardando en sus almas un sentimiento de
frustración y repudio para quienes condujeron esa aventura desastrosa y firmaron
una paz impuesta en el momento en que existía la seguridad del triunfo, en la
batalla final. Pasada la guerra, los comandantes asaltaron el poder y ninguno se
acordó de los héroes de tropa que llevan una existencia crepuscular miserable.
Son los únicos que merecen el reconocimiento en el aniversario de la paz del
Chaco, junto a la oficialidad joven con la que lucharon codo a codo en las
trincheras del espanto. Los otros entorchados de alto rango, llegaron a la
presidencia en vez de pagar sus culpas en el patíbulo”
De la Guerra del Chaco emergieron los partidos políticos del Movimiento
Nacionalista Revolucionario, Falange Socialista Boliviana y la logia militar
Razón de Patria; los mismos que más tarde con el Partido de la Izquierda
Revolucionaria y el Partido Obrero Revolucionario, actuarán patéticamente en la
historia dolorosa de la Patria.
DATOS SOBRE LA MEDICINA Y CIRUGÍA EN EL CHACO. No existen datos fidedignos
completos-
Estadística parcial Dr. Aurelio Meleán Camacho.
- En los servicios sanitarios del Chaco, la estadística anual 1933 indica que se
atendieron 1120 heridos con fracturas óseas, 28 amputaciones diversas.
Las causas de las defunciones más importantes fueron: septicemia, tétanos,
gangrena, tifoidea, miocarditis y trastornos digestivos.
- En si informe como Director General revela importantes datos sobre la
organización del personal de sanidad y su composición en los múltiples puestos
repartidos en el sudeste. Describe la patología prevalente, detalla la gravedad
de los accidentes de guerra, el serio problema de la insolación a la que
atribuye un significativo porcentaje de defunción. Indica que en el transporte
de heridos y enfermos cuyo número pasa de 20.000 desde Saavedra, Muñoz,
Ballivián, Platanillos y Strongest hasta Villa Montes; desde San Antonio a
Tarija, Santa Cruz y Cochabamba, la aviación contaba con 3 trimotores y una
capacidad unitaria de 25 personas, y 3 aviones comerciales con una capacidad de
6 personas cada uno.
- Destaca la frecuencia de enfermedades por problemas alimentarios o emergentes
de endemias regionales características, anota que las enfermedades cardíacas y
respiratorias tuvieron gran mortalidad y atribuye a la YBC la causa de un 13 %
del total de defunciones en los meses de mayo, junio, julio de 1934, Que las
enfermedades urinarias y digestivas fueron importantes. Detalla la atención
quirúrgica durante la guerra, en los puestos de batalla y de avanzada así como
la urgencia en las trincheras.
- Pone énfasis en la gravedad de los aneurismas vasculares, en las heridas de
vasos y en la heroica amputación de extremidades por gangrena, supresión
circulatoria, grandes desgarramientos y destrucción múltiple de huesos...
Describe el tratamiento de las heridas de cráneo, maxilares, columna
cérvico-dorsal, por proyectil y arma blanca de elevada mortalidad; sobre todo,
en abdomen por la grave complicación de la peritonitis.
-Pinta con dramatismo el ambiente de guerra y las malas condiciones higiénicas
en general, la dificultosa provisión de agua, la eficiente ingesta alimenticia,
las epidemias de paludismo, viruela, tifus exantemático y tifoidea. Cita la
anaerobiosis como la más grave complicación generalmente mortal.
- En Cochabamba, los estudiantes Remberto Zapata Salinas y René Galindo á
convertidos en sanitarios reciben los primeros heridos de la guerra fratricida,
los atienden en la sala y pabellón del Hospital “Viedma" entonces convertido en
Hospital Quirúrgico No 6 de la Retaguardia, segundo en importancia.
- Delicada responsabilidad profesional tiene el cirujano Walter Galindo Quiroga,
el Director Enrique Saint Loup, la Hermana Sor Virginia Arnone y un destacado
grupo de enfermeras y auxiliares con los pacientes transferidos.
- Los hospitales Nº1 y Nº6 de La Paz y Cochabamba fueron dotados de implementos
médico-quirúrgicos, gabinetes de radiología, fármacos etc. El hospital de
Cochabamba se constituye en el tercer centro hospitalario de importancia después
de La Paz y Tarija. En 1933 se evacuó a Cochabamba 345 heridos y 393 enfermos. Y
en el primer semestre de 1934, 41 heridos y 129 enfermos. Si los historiadores
ofrecen la suma aproximada de 50.000 muertos en los tres años que duró la
contienda, la de heridos ha debido ser mucho más significativa.
- El Dr. Francisco Cernadas en su artículo “Cuidado de los enfermos y heridos
evacuados al interior de la República dice: “…respecto a la importancia y
naturaleza de las intervenciones quirúrgicas efectuadas por los cirujanos de los
hospitales militares de los centros poblados de la República, sabemos que ellas
han sido importantes, asistiéndonos la esperanza de que algún día, cuando sean
publicadas en las revistas médicas del país, se podrá apreciar en el exterior
ese aporte magnífico que, con motivo de la Guerra del Chaco, han hecho y siguen
haciendo los cirujanos bolivianos al progreso de la Cirugía Sudamericana”.
SANIDAD MILITAR
Juan Manuel Balcázar, célebre historiador de la medicina, asegura que “La Guerra
del Chaco” fue una verdadera de experimentación para la cirugía. Que todos los
médicos tuvieron que convertirse en cirujanos para salvar heridos y enfermos.
Describe crisis epidémicas de Tifoidea y Tifus esporádicas también de paludismo,
disentería y adenitis tuberculosa y avitaminosis. Se operaba a discreción por
heridas de guerra. Al iniciarse el conflicto “no existía sanidad militar”. No
había un hospital en la zona de operaciones., excepto el de Villa Montes
alejadísimo con escasas camillas y limitado en recursos de curación” “A nivel
nacional se llenaron los hospitales departamentales y la Sanidad Militar surgió
de la nada como en 1879 y 1904, como una revelación de la fuerza moral y el
sacrificio personal en instantes supremos” concluye Balcázar.
El Dr. Jaime Mendoza, como Romain Roland, contrario a la guerra, escribió en
1930 sobre el deplorable estado sanitario del Chaco en severa admonición a las
autoridades.
El Mayor Moscoso, jefe de una diminuta fuerza de 45 hombres, al ocupar Laguna
Chuquisaca informa: “No recibí ni víveres ni drogas. Uno de mis heridos de
combate (29 de junio de 1932), soldado Yaguani, murió atacado por Tétanos; no
teníamos sino una pequeña cantidad de algodón y gasa. Para vendar a los heridos
rompíamos los mosquiteros. No teníamos gran cosa qué comer, ni con qué curar
enfermos ni heridos”
En múltiples informes y diarios se asegura el cerco y asalto a los puestos de
socorro sanitarios por el enemigo con sacrificio de vidas de médicos y
subalternos, enfermeros, practicantes y Hermanas de la Caridad. Se relata que
por primera vez se utilizó en América la aviación para trasladar heridos y
enfermos.
No se sabe con exactitud el número de atenciones efectuadas pues no se
publicaron estadísticas por los asaltos a hospitales y puestos de emergencia así
como el descuido de la documentación extraviada. La Revista de la Sanidad
Militar dice que en todos los hospitales de la nación, sin contar con los
centros de guerra, fallecieron 7.268 pacientes (5.414 enfermos y 1854 heridos).
Que los curados serían 19.067 (sin contar con las atenciones en Cochabamba, La
Paz, Potosí y otros, precisamente los principales.) Son cifras absolutamente
parciales que no expresan un acercamiento a la realidad de una magnitud gigante.
La publicación de Aurelio Melean en su informe de 1948 es también parcial y
Balcázar subraya: “El libro no interpreta la realidad de aquella situación”.
- Testimonia el Dr. Carlos Alfredo Rivera, entonces Suboficial: “Disponíamos de
sellos antipalúdicos, compuestos de quinina, también inyecciones de quinofer,
una mezcla de azul de metileno con quinina que venía ya envasada desde la
Sanidad Militar de La Paz. En el depósito que funcionaba al lado de la botica,
había una cantidad de ampollas de que llamaban Bénula y Cérula, eran de la Casa
Bering de Alemania, había unas 250 ampolletas que eran suero antitetánico y anti-gangrenoso.
Las vacunas y sueros se agotaban rápidamente. No había plasma, ni sangre; sólo
algunos frascos de suero fisiológico en recipientes de vidrio que había que
insuflarlos con pera de Richardson. Carecíamos completamente de sangre para
combatir los cuadros de anemia aguda, frecuente en los heridos, los que
fallecían por falta de ese recurso importante. La sanidad estaba desprovista de
todo para la guerra y es realmente triste y hasta diría vergonzoso referir este
hecho, fuimos sin preparativos de ninguna clase, situación que hasta ahora me
duele”.
“Yo estaba encargado de distribuir, cuando venían los cirujanos regimentarios:
gasa, vendas, tablillas para contener fracturas. En la farmacia mal provista
había drogas, aceite alcanforado, tónicos cardíacos; se preparaban cucharas
diaforéticas para combatir la fiebre, las diarreas. Durante la guerra no se hizo
ninguna selección para nombrar cirujano regimentarios; cualquier médico, sea
ginecólogo, obstetra, pediatra, era nombrado cirujano de regimiento, muchos de
ellos no sabían coger en las manos un bisturí para hacer la incisión de un
absceso. Recuerdo cómo hacíamos la anestesia en aquellos casos de graves
fracturas con minuta, sumamente dolorosas en las que los pobres soldados
gritaban desesperados pidiendo por favor les calmen los dolores. El Sedol y la
Morfina que había en cierta cantidad a veces no hacía efecto, y para curarlos
hacíamos la anestesia en forma primitiva; con una mascarilla que cubría las
fosas nasales se efectuaba el goteo con cloroformo mezclado con éter hasta que
el paciente dormía, apenas sí controlábamos la dilatación pupilar para saber si
estaba en sueño profundo o no, momento en que aprovechaba el cirujano para
actuar rápidamente y efectuar el vendaje y el entablillado para luego subirlos a
los camiones y despacharlos a retaguardia, al Fortín Muñoz”.
- El testimonio personal del soldado Héctor Soria López, sargento sanitario en
las trincheras, quien participó en varios regimiento conforme se iban diezmando,
desde 1933 a 1935; relata que para las atenciones de emergencia no se empleaban
guantes quirúrgicos y solamente se disponía de una pequeña caja de instrumental
(pinza, tijera y estilete), apósitos preparados y un vendaje. Los desinfectantes
utilizados eran el Permanganato, soluciones iodadas, mercuriales y agua
oxigenada. Estaba prohibido el alcohol, y el lavado de manos era racionado por
la escases de agua. Frente a la ausencia de medicamentos y antibióticos que aún
eran desconocidos, se empleaban inyecciones “anti-piógenas” de aplicación
subcutánea como defensa contra las infecciones. No se disponía de sueroterapia,
ni se realizaban transfusiones, no se conocía ningún tipo de anestesia en la
atención primaria... Para combatir la parasitosis contaminante de las heridas
(larvas de mosca) se empleaba kerosene o gasolina. El transporte de los heridos
fue siempre un problema grave, se los retiraba del teatro de combate en frazadas
o cargados al hombro y aunque se inventó la camilla de cuero de res sujeta a
palo de madera, su utilización era imperfecta e inútil por la estrechez y
tortuosidad de las sendas”. Destaca que las heridas de bala en tórax o abdomen
casi siempre significaban la muerte segura.
Como todo ex combatiente, su relato tiene el sabor amargo de la frustración pero
también la vibración valiente del genuino patriotismo. Héctor Soria López del
Regimiento Tarija 19 de Infantería, desempeñó por largo tiempo, accidentalmente,
el cargo de cirujano de Batallón.
INTENTOS DE TRANSFUSION SANGUINEA
El Dr. Walter Galindo Q. Jefe del departamento de Cirugía del hospital Viedma
nos relató que durante la Guerra del Chaco, algunos médicos intentaron salvar
heridos graves mediante la transfusión de sangre. El heroico procedimiento fue
utilizado en prisioneros de guerra heridos y en soldados atendidos de
emergencia. La sangre se extraía en frascos de vidrio y luego se infundía a los
de extrema gravedad sin tipificación de grupo, aunque ya se conocían a nivel
mundial los grupos mayores y posiblemente también el factor Rhesus, no se
disponía de reactivos seleccionadores. Comentaba que algunos sobrellevaron la
prueba con éxito pero la mayoría sucumbían al tratamiento ciego y al trauma
basal. Uno de los médicos que intentaron la conducta en el teatro de la guerra
fue el Dr. Ricardo Arze Loreiro, en los centros de socorro de Ballivián y Villa
Montes.
CIRUGÍA. TRAUMATOLOGÍA. BLASTOENTERÓFAGO.
El Dr. José Anaya Claros, cirujano militar con grado de mayor de sanidad del
hospital central de Villa Montes, Jefe de Sala de oficiales del hospital, con 30
camas de atención clínica, luego la sala Nº 2 de cirugía con 80 camas para
combatientes heridos, describe la situación del hospital ubicado en la frontera,
desguarnecido y desprovisto de implementos; relata que su nosocomio era un
centro de convergencia de heridos y enfermos atendidos previamente al traslado a
centros departamentales, atención de todos los sectores de guerra. Enfatizó la
deficiencia en todos los hospitales militares, afirma la improvisación de las
férulas de Brown de madera para la captación e inmovilización de fracturas;
fabricados por carpinteros nacionales. Las fracturas con minuta y expuestas se
complicaban de gangrena gaseosa a pesar de las amputaciones de urgencia y los
baños permanentes de agua salada. Asegura que operaba en su hospital
apendisectomías, herniorrafias, resecciones varicosas y hasta colecistectomías.
José Anaya comenta favorablemente el trabajo del Dr. Abelardo Ibáñez Benavente
en la tesis de Grado en Chile con la tesis: “Neurolisis” cuando la herida de
bala afectaba el trayecto nervioso; así mismo, el trabajo de Daniel Bilbao Rioja
en su consagrada técnica: “Simpatectomía lumbar” para favorecer la nutrición
circulatoria de los miembros inferiores así como “Los Homo y Hétero Injertos” de
huesos en los traumatizados.
Continúa- “En la Guerra del Chaco se reeditó la odisea de una guerra colonial.
Quiero destacar la figura del Dr. Néstor Morales Villazón, boliviano y director
del Instituto BLASTOS en Buenos Aires, Argentina. Quien envió la vacuna oral
denominada “Blastoenterófago” producida en el Instituto a partir de piezas
intestinales enviadas por el suscrito para el estudio bacteriológico de as
disenterías tóxicas graves causantes de elevada morbi-mortalidad y resistente a
las drogas conocidas en uso como la emetina, yatren, bismuto,, azul de metileno,
rivanol etc. Pues aun no se conocían las sulfas ni los antibióticos. El síndrome
fue estudiado por el Dr. Ovidio Suárez, Jefe del laboratorio del hospital de
Villa Montes quien calificó de proceso grave e idiopático (sin etiología
conocida) negativo a la reacción de aglutinación a los bacilos “Shiga”
confirmando el concepto que “de cada 10 bajas del Ejército, 2 eran producidos
por el enemigo, las restantes por enfermedades”
El Dr. Florentino Mejía Gandarillas efectuó 100 autopsias en el hospital de San
Antonio el año 1934 para llegar al diagnóstico de que estos procesos
intestinales de carácter gangrenoso eran muy malignos, los denominó
“enterocolitis toxi-infeccioso”. Estudiados en La Paz por el Dr. Félix
Veintemillas en el Instituto Bacteriológico se optó por enviar desde el Chaco,
piezas intestinales enfermas envueltas en papel celofán directamente a la
Argentina, al Dr. Morales Villazón. Se prepararon vacunas con dicho material,
las mismas que fueron enviadas al Chaco a mediados de 1935 después de haber
perdido más de 8.000 enfermos de esta “shiguelosis maligna”. El primer paciente
salvado con esta vacuna, fue el practicante Pedro Mariscal, más tarde eminente
profesor de Traumatología de San Simón. Un mes antes de terminar la guerra cayó
enfermo el Dr. Enrique Saint Loup entonces director del hospital de Gutiérrez.
Atendido desde Lagunillas por el Dr. José Anaya y tratado con el
Blastoenterófago enviado desde Camiri, se restableció íntegramente. La vacuna
–dice Amaya-- salvó a más de10 mil vidas por lo cual debe considerarse al Dr.
Morales Villazón como al Héroe Científico de la Guerra del Chaco”.
El Dr. Anaya en el Chaco atendió muchos casos de Enfermedad ganglionar de
Nicolás Fabre o Linfogranuloma venéreo; gangrena gaseosa atendida con
sueroterapia, vacunaciones polivalentes, finalmente con amputaciones y
re-amputaciones. Utilizaba hipoclorito de sodio, solución de permanganato,
incisiones de drenaje múltiple en el área gangrenosa con algún resultado
favorable.
EPIDEMIA DE PESTE BUBÓNICA DURANTE LA GUERRA.
El Dr. Hernando Briancon Diez de Medina designado por la Sanidad Militar para
combatir la epidemia de Peste Bubónica presentada desde 1933 a 1935 en su
condición de Suboficial sanitario. La enfermad por su gravedad cobró miles de
víctimas al no existir una terapia específica para combatirla. Relata que
•solamente se impuso la medida profiláctica de la vacunación en la comunidad de
la provincia de Tomina y Azero, logrando disminuir en alguna medida la
propagación mayor en las áreas vecinas”.
CRISIS EPIDÉMICAS.
Gracias al importante trabajo histórico del Dr. Antonio Dubravcic Luksic, se
tiene conocimiento que durante la guerra del Chaco se confrontaron graves
epidemias de paludismo, tifus exantemático, enfermedades venéreas; además de las
invalidantes disenterías, tifoideas, amebiasis, fiebre amarilla y otras
enfermedades endémicas tropicales.
INTENCIÓN DE GUERRA BACTERIOLÓGICA. VIBRIÓN COLÉRICO.
Dos importantes obras ilustran aquella grave intencionalidad de contaminación
bacteriológica como arma de guerra dispuesta por el Comando Militar de Bolivia
para detener el avance del Ejército enemigo en el Chaco Boreal, felizmente
frustrada como delito de Lesa Humanidad ante la historia de América.
“Sed y Sangre en el Chaco” (1967) del Dr. Abelardo Ibáñez Benavente y su
réplica: “Instantáneas de Ayer” del Dr. Gabriel Arze Quiroga.
El Dr. Ibáñez Benavente fue una gran personalidad, egresado y especializado en
la universidad de Chile, desarrolló una labor de especialista reconocida por el
medio científico nacional. Creó la Sociedad Boliviana de Cirugía, además
bondadoso y gentil.
En su obra refiere que efectivamente se dispuso enviar cultivos de “Vibrión
Colérico” para contaminar las lagunas abandonadas al retiro de las fuerza
armadas bolivianas.
Orden incumplida que significó la baja con ignominia de dos profesionales, no de
los cuales fue el Dr. Arze Quiroga.
El citado médico testimonió personalmente lo siguiente: “Después de la derrota
de Boquerón, el avance de las tropas paraguayas fue violento, también la
retirada de los nuestros. En La Paz el Comando Superior analizó la situación y
la estrategia para detener al ejército enemigo. Fue entonces que el Dr. Ibáñez
entonces Director de Sanidad propuso como medida extrema la solución posible: la
Guerra Bacteriológica. Existía la posibilidad de infectar las lagunas, pozos y
atajos, en retirada con Vibrión Colérico para desencadenar una epidemia de
Cólera que debilite el avance enemigo. Que se disponía del agente bacteriológico
en cultivo mediante el “Laboratorio Dr. Luis Prado Barrientos” y que aún se
podía lograr la cooperación del laboratorio “BLASTOS” de la Argentina, dirigida
por el boliviano Dr. Néstor Morales Villazón. Que la prevención en las fuerzas
bolivianas se efectuaría mediante vacunaciones contra el cólera y el tifus en
Villamontes.
Gabriel Arze aseguró que el Comando aceptó la propuesta por unanimidad,
disponiendo el envío de inmediato. El cultivo viajó al Chaco en dos frascos de
vidrio transportados en camiones hasta Villa Montes, en cajas donde además había
bebidas alcohólicas de whisky. Al llegar a destino fueron extraviadas
ocasionando tremendo malestar en la jefatura militar que conocía reservadamente
la orden. Finalmente aparecieron y fue el propio Gral. Peñaranda quien ordenó al
Dr. Gabriel Arze la comisión puntual.
“Me planté aceptando los dos frascos, pero con la íntima convicción de incumplir
la orden. Pensé que efectivamente se trataba de agente del Cólera, endémico en
África y de nefasto historial en el registro de las epidemias devastadoras con
enorme mortalidad, un verdadero crimen biológico, deshonra de la patria; y
siendo la contienda una guerra de posiciones podría contagiar también al
ejército boliviano” relató enfático.
Concluyó recordando que aún al presente podría identificar la falda del árbol
donde fueron enterrados ambos frascos. “Cavé con mi bayoneta una cierta
profundidad y cuando estaba en esa acción, se presentó como un fantasma un
soldadito cruceño enfermo de viruela o de algún cuadro toxi-infeccioso grave.
Pensé que venía a cobrar venganza pues el día anterior, reunido el Comando local
para disponer la retirada, se discutió el destino del enfermo. Se votó por darle
muerte piadosa o dejarlo vivo a merced de los pilas; ganaron quienes votaron por
la segunda moción, yo voté por la primera”. “Asustado rápidamente escapé y me
alejé del enfermo no sin antes cerciorarme que los frascos quedaron bien
enterrados. Cumplí la orden de incendiar el fortín y me alejé a caballo”.
Rememoró la angustia de los responsables cuando más tarde, arribó en retirada
una fracción del ejército al mando de un hermano del Dr. Daniel Bilbao Rioja,
que había tomado agua de la laguna supuestamente contaminada pero que no
presentaba problema de salud ni contagio alguno.
Aseguró el Dr. Arze que efectivamente desobedeció la orden insólita e inhumana,
que nunca fue dado de baja con ignominia como asegura el Dr. Ibáñez, más bien
condecorado recibió los honores de la patria por sus servicios personales y
actos heroicos.
Otro testimonio al respecto la dio el D. Juan Guerra, quien presentó en el
congreso de historia de la medicina, un acucioso trabajo que confirma lo
expuesto anteriormente.
Finalmente, el Dr. Carlos Alfredo Rivera, de La Paz, relata que él tuvo
participación personal y conocimiento de la preterida guerra bacteriológica con
la siembra del cultivo de Cólera. Sucedió durante el ingreso al Chaco, en una
camioneta que conducía a los doctores Ibáñez Benavente, Guzmán, y a él que
ingresaba al Chaco en calidad de Suboficial Sanitario en el trayecto de
internación a la zona de operaciones desde el Fortín Muñoz hacia Saavedra en
septiembre de 1932.
“Cuando llegamos al Fortín Saavedra, lo primero que hicieron fue detenerme
porque un cajón de whisky que se llevaba sobre la camioneta donde proseguimos el
viaje, se había extraviado. Pero finalmente lo “ubicaron”. La palabra “ubicado”
era sinónimo de robado”, se había logrado ubicar el cajón en cuyo interior no
había whisky, estaban las botella con el cultivo de vibrión colérico. Como se
encontraron me dejaron en libertad, pero estuve prácticamente un día encerrado
en la habitación de un oficial de nombre Max Toledo a quien, posteriormente en
la revolución del 46, cuando oficiaba de Director de Tránsito, lo colgaron del
farol en la plaza de San Pedro. Vimos que los soldados en Saavedra estaban en
completa retirada después del desastre de Boquerón. En el Fortín Arce donde
había material sanitario almacenado tuvieron que echarlo a las lagunas cercanas
durante la retirada, Era todo un desbande y los soldados botaban hasta sus
fusiles a la vera de las sendas y picadas, fue algo tremendo. La retirada era
violenta, tocaban las bandas de música el Himno Nacional para que los soldados
se detuviesen y escucharan las sagradas notas” “Recuerdo perfectamente cuando un
día me ordenaron para que fuera a Cuatro Vientos a vacunar contra el cólera a
los soldados de ese fortín. Fui en compañía de un chaqueño que me llevó en la
ambulancia del hospital. Llevamos una cantidad de vacuna enviada de La Paz
justamente para prevenir el Cólera cuando seguramente debían producirse casos en
el supuesto que se echasen los cultivos en alguna cañada, laguna o retención de
agua que servía para beber. Al correr los días me contaron que habían sembrado
los cultivos en una de esas cañadas pero sin prevenir a los soldados que estaban
viniendo de Agua Rica hacia Cuatro Vientos y que, por la sed intensa que tenían
se fueron directamente a beber a esa cañada. Se supo después que esos cultivos
no servían para nada porque nunca se produjo un solo caso de cólera sin la
conservación ni refrigeración del caso”.
El Dr. Carlos Alfredo Rivera ignoraba hasta el Congreso de Historia de la
Medicina en la Guerra del Chaco, donde se trató el tema, que esos cultivos nunca
fueron sembrados. De otra parte el Dr. Rafael Torrico, desvirtuó la calidad
bacteriana de los cultivos, no eran de vibrión colérico ya que no existían en
Latinoamérica ni en laboratorio alguno de Bolivia o de Argentina. Aseguró que se
trataba de un cultivo de “Salmonella Tiphy” de escaso poder patógeno epidémico.
El retiro del Fortín Arce está matizado de otra anécdota importante
protagonizada por el General Eliodoro Galindo y un receptor de comunicación cuyo
mensaje fue interceptado por el Ejército paraguayo. El diálogo en quichua
acordando un supuesto y masivo contraataque boliviano no pudo ser traducido por
el enemigo permitiéndose la retirada ordenada que salvó vidas y equipos; de otra
forma la ofensiva paraguaya hubiera llegado inmediatamente a Villamontes.
EPÍLOGO SANGRIENTO Y SENTIMIENTO DE UNIFICACIÓN NACIONAL
Según testimonio del Dr. Abel Melgarejo, héroe nacional, cuando en el Sector “Gondra”,
rebasadas las Fuerzas bolivianas, cayó en poder del enemigo uno de los mejores
hospitales de campaña que luego sirvió para equipar dos en servicio para fuerzas
paraguayas. Muchos profesionales de la salud como el Dr. Roberto Orihuela, en la
batalla del Algodonal, fueron asesinados mientras ejercían su acción
humanitaria.
En algunos escritos se afirma que la Sanidad Militar en el Paraguay estaba mejor
atendida gracias a la cercanía de los centros de abastecimiento y vías de
comunicación logísticas, el carácter ofensivo de su Ejército y el apoyo
argentino a sus requerimientos. No es posible desmerecer el sacrificado, gran
apoyo de la Sanidad Militar boliviana con heroicos profesionales de todo Bolivia
y; sobre todo, el apoyo de la aviación en el traslado de enfermos y heridos, que
por primera vez en América oficiaba en ese objetivo humanitario.
Más de cincuenta mil muertos, miles de heridos, mutilados, incontables
lesionados orgánica y psicológicamente, quedaron discapacitados y marcados toda
su existencia en la “Guerra Estúpida” que no debió suceder entre naciones
hermanas.
De esa sangre y de las profundas heridas aún no restañadas renació la Patria; y
como el Ave Fénix comenzó a generarse el nacionalismo y la unidad de los
bolivianos, en el marco de la dignidad de persona y el respeto a la diversidad
antropológica que aún construimos delicadamente nuestra historia de avatares
permanentes.
En ese contexto, evoco la anécdota de un benemérito héroe de la Campaña, el Dr.
Filiberto Ferrufino que hospitalizado de urgencia en una sala general del
Hospital Obrero de la CNS cuando oficiaba de magistrado; por ausencia de camas
individuales tuvo que ser acompañado de otros pacientes campesinos; al pedirle
disculpas por la incomodidad, respondió gravemente enojado: “Pero, si en la
guerra no había distinción alguna, en la trinchera todos éramos bolivianos,
campesinos, profesionales, blancos, mestizos e indígenas, son mis compañeros,
son mis hermanos. ¡No faltaba más!”
LISTADO DE PARTICIPACIÓN DE PROFESIONALES DE LA SALUD MILITAR DE COCHABAMBA
DURANTE LA CAMPAÑA DEL CHACO.
La historia de la medicina y de los médicos cirujanos, estudiantes, durante la
contienda de la guerra del sudeste, desde 1932 a 1935, muestra a los
profesionales cochabambinos en actitud patriótica actuando en primera línea, en
centros sanitarios, en fortines y en la misma trinchera, en todos los hospitales
y puestos de la Sanidad Militar, en pleno al cruel escenario bélico; y también
al interior de la República trabajando denodadamente en los centros de
evacuación. Honor por siempre a todos ellos.
Cnel. Walter Galindo Quiroga Médico jefe EMG del Ejército.
Cnel. Aurelio Meleán Camacho. Cirujano Director Nacional de la Sanidad Militar.
Cnel. Cleómedes Blanco Galindo. Director de Sanidad y de hospitales Nº 1 y 7.
Cnel. Israel Zegarra. Cirujano Mayor del II Cuerpo de Sanidad.
Cnel. Alejandro Téllez. Cirujano del Reg. VII de Caballería.
Cnel. Germán Urquidi Ichazo. Cirujano Villa Montes.
Tte. Cnel. Carlos Aranibar Orozco, Cirujano, Batería. Chávez Reg. VII Caballería
Tte. Cnel. Serafín Ferreira, Director del hospital Central Villa Montes.
Tte. Cnel. Walter Guardia. Director hospital de Charagua.
Tte. Cnel. Carlos d´Avis. Director de Sanidad Divisionario.
Tte. Cnel. José Parrilla Ugarte. Dentista Militar “Héroe de Boquerón”
My. Rafael Sánchez de Lozada. Cirujano hospital Villa Montes.
My. Demetrio Ferrel. Cirujano. Puesto Divisionario IX Jefe de Sala hosp.
Macharetí.
My. Raymundo Terán. Cirujano Fortín Muñoz.
My. Benjamín Maldonado Suárez. Director hospital III. Platanillos.
My. José Anaya Claros. Cirujano Jefe Sala hospital Villa Montes.
My. Edilberto Gamboa. Cirujano Reg. Quijarro 13. Infantería.
My. Antenor De la Vía García. Cirujano Reg. 13 de Infantería.
My. Julio Corrales Badani. Cirujano hospital Quirúrgico de Avanzada.
My. Nicolás Carrasco. Cirujano Reg. 36 Infantería.
My. José Rosa Torrico. Médico VIII División.
My. Miguel Levy. Jefe Médico Servicio Sanitario Sección Central.
My.César Moscoso Carrasco. Jefe Médico Comisión de la Vacuna. Cirujano
Destacamento 127 y Director hospital III Tarija.
My. Fanor Rodríguez Q. Jefe Médico hospital “José Arrien” Cururenda.
My. Juan Antonio Hartmann. Jefe de la Of. Vacunación y Revisión de Destacamentos
hospital Nº 1 San Antonio, luego Cnel. y Director hosp. Villa Montes.
My José Antonio Del Granado. Villa Montes.
Tte. José Montaño. Laboratorista hospital Villa Montes.
My. Castel Quiroga. Laboratorista Villa Montes.
My. Enrique Palmero. Jefe Sala hospital San Antonio.
My. Isacc Mardoqueo Salomón. Jefe Sala hospital San Antonio.
My. Ricardo Arze Loreiro. Cirujano de Muñoz, Conchitas, Ballivián, Villa Montes.
Sta. Cruz.
My. Segundo Sánchez. Jefe Sala hospital San Antonio.
My. José Napoleón Medrano. Director hospital de Sangre-Fortín Ballivián. I
Cuerpo Ejercito 1934.
My Benigno Sánchez, Sanitario Villa Montes.
My Flavio Iraola. Sanitario Villa Montes.
My. Juan C Arévalo. Sanitario Villa Montes.
Cap- Alberto Torrico. Sanitario. Villa Montes.
Cap- José Mendoza. Sanitario Villa Montes.
Cap. Alejandro Ayala Gamboa. Cirujano Reg. 22 Infantería.
Cap. Raúl Maldonado Solíz. “Héroe Nacional” de Boquerón. Nanawa. Campo Vía.
Escuadrilla de la Aviación militar. Co-piloto de Pabón. Herido en Alihuatá.
Cap. Luis Salvador David. Cirujano III División.
Cap. René Canedo Ostria. Dentista hospital de Saavedra.
Cap. Alfredo Galindo Quiroga. Jefe Almacén Central en Villa Montes.
Cap. José Casto Aguilar. Jefe Puesto sanitario de Camiri, Lagunillas.
Cap. Oswaldo Torrico Aguirre. Dentista hospital San Antonio.
Cap. Gabriel Arze Quiroga. Jefe Sección Camilleros IV División.
Cap. Max Arce. Villa Montes.
Cap- José Antonio Del Granado. Villa Montes.
Tnte. Julio Rodríguez Rivas Médico Fortín Muñoz, Reg. Lanza- Ayacucho
Caballería.
Tnte. Joaquín Calvimonte Paz. Médico Internos hospital Villa Montes.
Tnte. Germán Michel. Dentista hospital San Antonio.
Tnte. Ernesto López Prado. Jefe Almacén Central Drogas Muñoz.
Tnte. Belisario Velasco Sanitario hospital Villa Montes.
Subtte. Enrique Aranibar Urquidi. Practicante hospital Villa Montes.
Subtte. Eduardo Saracho López. Cirujano Reg. Pérez III Infantería Villa Montes-
Carandaití.
Subtte. Enrique Tardío Guzmán. Ayudante cirugía VII División.
Subtte. Atilio Molina Ayudante de cirugía VII División.
Sub-Of. Saúl Valdivia Rivas. Practicante hospital Mixto Nº2.
Sub-Of. Julio Palacios. Ayudante de Cirugía Reg. 43 Caballería.
Sub-Of. Pastor Zapata L. Sanitario Reg. Chorolque 33 Infantería.
Sub-Of. Jorge Castaños Capriles. Sanitario Reg. 26 Inf. Hosp. Ballivián-Muñoz.
Sub-Of. Víctor Lora Ponce. “Héroe Nacional”.
Sub Of. Hugo Guzmán Soriano. Reg. Murguía 50 de Infantería.
Sub Of. Oscar Camacho Meleán. Sanitario.
Subtnte. Luis Mealla. Médico Reg. Ballivián.
Sargento Pedro Mariscal Sanitario hospital Villa Montes.
Sargento Moisés Sejas Villarroel. Sanitario Villa Montes.
Sargento Jorge Barrero. Villa Montes.
Sargento. Wilfredo Delgadillo. Sanitario Reg. Paucarpata.
Sargento. Armando Rivero Méndez. Sanitario Puesto Central de División.
Sargento Renato Coca. Sanitario Reg. Paucarpata.
Sargento Humberto Román Orellana. Sanitario Reg. Florida 14 Infantería.
SubTte. Mariano Moscoso Carrasco. Sanitario Destacamento 13 de Sucre.
Sargento José Reyes Morales. Sanitario Hosp. Militar Nº 7 Sección B Palmeras.
Sanitario Obras camino a Chimoré. Viedma sección Evacuación. Nº 16.
Sargento Augusto Morales Asua. Sanitario hospital de Carandaití.
Sargento Abel Melgarejo Escalier. Combatiente y Héroe Nacional.
Sargento Hernando Briancon. Sanitario.
Sargento Nivardo Paz A. Sanitario
Sargento Walter Rosales Seminarista Sanitario VIII División. Reg. Loa Campos
Infantería. Prisionero en Cañada Carmen 16 XI 34.
Sargento Luis Rodríguez. Seminarista Sanitario. (Arzobispo Santa Cruz)
Sargento Casto Paredes Seminarista Sanitario (Iglesia de la Recoleta)
Soldado Héctor Soria López. Sanitario de Trincheras
Soldado Carlos Caprirolo. Sanitario Villa Montes.
Soldado Hugo Morales Asua. Sanitario IV División Reg. Abaroa.
Soldado Hilarión Camargo. Sanitario Destacamentos Moscoso-Saavedra Muñoz.
Soldado Juan Iriarte Álvarez. Sanitario Regimiento Cochabamba.
Solado Remberto Zapata. Sanitario hospital Viedma.
Soldado René Galindo Achá. Sanitario hospital Viedma.
Soldado Raúl Guzmán Soriano. Sanitario prisionero.
Dr. Alejandro Sardón. Director hospital Militar de Evacuación Nº 7 CBBA.
Dr. Enrique Saint Loup. Director y Cirujano Hosp. Viedma Militar Nº 6 CBBA.
Tte. Cnel. JamesV. Price. Director Hosp. Militar Nº 7 Evacuación CBBA. (uno de
los 5 primeros enrolados) en la convocatoria de Ibáñez Benavente.
Rda. Hna. Virginia Arnone. Jefe de Pabellón Quirúrgico Hosp. Militar Nº 6 CBBA.
Enfermera Isolina Galindo Quiroga. Visitante Sanitaria de Trincheras.
BIBIOGRAFIA.
• Balcázar Juan Manuel. Historia de la Medicina en Bolivia. Sanidad Militar
Capítulo XXI. La Paz Bolivia 195. Ed. Juventud.
• Blanco Galindo, Carlos. Homenaje a su Memoria. Cochabamba 1944. Ed. América.
• Cornejo Soliz, Alberto. Homenaje de la UMSS. Recuerdos de la Campaña del
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• Moscoso, Osar. Recuerdos de la Guerra del Chaco. 1976. Cochabamba. Ed. Canelas
S.A.
• Reyes Morales, José. UMSS Homenaje. Cochabamba. 1960. Ed. Universitaria.
• Anaya Claros, José. Cirugía. Traumatología en la guerra del Chaco. Revista de
la Sociedad de Historia de la Medicina. Cochabamba. Vol. 1. Año 1. 1990 Ed.
Colorgraf Rodríguez.
• Anaya Claros, José. Dr. Néstor Morales Villazón. Revista Soc. Historia de la
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• Melean Camacho, Aurelio. La Sanidad Boliviana en la Guerra del Chaco.
Cochabamba. Ed. Universitaria. 1938.
• Ibáñez Benavente, Abelardo. “Sed y Sangre en el Chaco”. La Paz.
• Arze Quiroga, Gabriel. “Instantáneas de Ayer”. Cochabamba.
• Soria, Héctor. Testimonio Personal. Cochabamba. 1985.
• Rivera, Carlos Alfredo. La medicina en la Guerra del Chaco. Recuerdos de
Estudiante. Soc. Historia de Medicina. La Paz. VI 1996.
• Briancon Diez de Medina, Hernando. Testimonio personal. Cochabamba.
• Galindo Quiroga, Walter. Testimonio Personal. Cochabamba 1970
• Guzmán Soriano, Hugo. Testimonio Personal. Cochabamba. 2012.
• Gastón Cornejo Bascopé. La Medicina en la Guerra del Chaco. Archivos
Bolivianos de Historia de la Medicina. Vol. 2 Nº 2 La Paz. XII 1996.
• Mario Guaráz Gutiérrez. Semblanza de Abelardo Ibáñez Benavente. Un Soldado de
Blanco. Archivos Bolivianos de Historia de la Medicina. Vol. 2 Nº 2. La Paz.
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• Luis Hurtado Gómez. “Dr. Raúl Maldonado Soliz”. Archivos Bolivianos de
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• Antonio Dubravcic Luksic. “Participación del Cuerpo Médico de Sucre en la
Guerra del Chaco. Sucre .2013.
• Josep M. Barnadas Diccionario Histórico de Bolivia, “Chaco Guerra del”. Ed.
Tupaj Katari. Sucre. Bolivia. 2002.
• Documentación digitalizada (CD-DVD) fotográfica del acontecimiento guerrero y
de los aspectos descritos en el trabajo presentado personal y archivo particular
Fundación “Torrico Zamudio”. Cochabamba.
(*) GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ
• Médico cirujano de la universidad de Chile.
• Cirujano especialista. Ginebra Suiza.
• Ex Presidente de la Unión de Poetas y Escritores Cochabamba
• Ex Presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia SODESBO.
• Presidente de la Sociedad de Geografía, Historia y Estudios Geopolíticos
Cochabamba.
• Fundador de la Sociedad Boliviana de Historia de la Medicina en Cochabamba.
• Colaborador del Diccionario Histórico de Bolivia del Director Dr. Josep M.
Barnadas, (año 2002).
• Ex Senador de la República de Bolivia.
Cochabamba, julio 2013.