Gregerio Reynolds Ipiña |
Nació en la ciudad de Sucre Bolivia, en 1882. Falleció en la ciudad de La Paz Bolivia, en 1947
Autor de una extensa y fecunda
obra lírica constituida por dieciocho poemarios, está considerado,
junto a Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo y Manuel María Pinto,
uno de los máximos exponentes del movimiento modernista en las
Letras bolivianas de la primera mitad del siglo XX. Realizo los cursos de primaria y secundaria, ingreso al seminario en la ciudad de Sucre En sus inicios fue redactor del diario ‘La Mañana’ En 1913 fue premiado en los Juegos Florales de La Paz por su poema ‘El mendigo’. Fue aceptado como Miembro de la Academia Boliviana de la Lengua. |
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Su vida profesional, se desarrolló en la senda diplomática, le
llevó hasta la jefatura de límites del Ministerio de Relaciones Exteriores
boliviano, cargo que abandonó para trasladarse a Argentina, donde ejerció de
cónsul de Bolivia en la ciudad de San Salvador de Jujuy. Posteriormente,
Gregorio Reynolds fue destinado a Brasil en calidad de secretario encargado de
negocios con el país carioca, lo que le permitió, al tiempo que afrontaba las
responsabilidades anejas al cargo, satisfacer su innata curiosidad humanística y
empaparse de las últimas corrientes que animaban la poesía contemporánea
brasileña. Fruto de estos conocimientos, en su faceta de traductor dio a la
imprenta interesantes versiones en castellano de los versos de Gilka Machado,
Cecília Meireles y otros poetas brasileños del momento. Su elevada formación
cultural le permitió ofrecer, en 1924, una sugerente traducción del “Edipo
rey de Sófocles”.
Con estas y otras aportaciones de índole humanística, pronto fue reconocido como
uno de los intelectuales bolivianos más destacados de su tiempo, lo que le
granjeó -entre otros nombramientos, honores y distinciones- su designación como
Rector de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de Chuquisaca. A mediados
de la década de los años veinte. El Congreso de la nación, apelando al prestigio
de que gozaba en los foros literarios bolivianos y otros muchos cenáculos de
toda Hispanoamérica, promulgó una ley especial en la que se le encargaba la
composición de un extenso poema destinado a conmemorar el primer centenario de
la fundación de la República de Bolivia. Honrado y entusiasmado con este
mandato, Gregorio Reynolds se puso manos a la obra y, en 1925, hizo público un
emotivo canto épico que, bajo el título de “Redención”, constituía
la primera de las tres partes en que estaba concebido su proyecto; sin embargo,
nunca llegó a concluir las dos restantes, por lo que, a la postre, quedó
reducido a ese primer apartado centrado en el período incaico, el descubrimiento
de América y la llegada de los conquistadores y primeros colonizadores
Ello no bastó para eclipsar el brillo fulgurante del conjunto de la producción
poética de Reynolds, inaugurada con una ópera prima, Quimeras (Oruro, 1915), a
la que siguió uno de los más bellos poemarios de cuantos se insertan en la
tradición modernista hispanoamericana, “El cofre de Psiquis” (La Paz, 1918),una
espléndida colección de sonetos de corte parnasiano en los que el escritor de
Sucre hizo gala de su maestría e inspiración a la hora de recrearse en los
aspectos más formales de la estética literaria que había abrazado. Algunas de
las composiciones recogidas en este volumen de versos (como las tituladas "La
llama" y "Aquellas noches") figuran por derecho propio en casi todas las
muestras antológicas de corpus modernista hispanoamericano, al tiempo que han
quedado grabadas con letras de oro, junto con otros poemas de Reynolds, como el
titulado "El mendigo", fue premiado en 1913 como las mejores poesías de la
literatura boliviana de todos los tiempos.
Tras la publicación de "El cofre de Psiquis", Gregorio Reynolds volvió a
los anaqueles de las librerías con otra entrega poética que, bajo el título de
Horas turbias (La Paz: Renacimiento, 1923), de esta manera continuo explotando
de forma magistral el rico filón modernista, aunque ahora desde una más madura
asimilación de otros grandes...
Se dio a conocer al ser premiada su composición "El mendigo" en los
juegos florales organizados por el Círculo de Bellas Artes de La Paz en 1913. Es
un maestro del soneto y este hecho quizás ayude a comprender, tras lo dicho
anteriormente, la valoración lírica de Reynolds. Cien sonetos contiene “El cofre
de Psiquis” (1918) lo mejor de la producción del autor constituye el bello
soneto "La llama"; mantiene su altura en Horas turbias (1922) y en Prismas
(1937) para lanzarse hacia abajo en busca de preciosismo y superabundancia
formal en Arco Iris (1942), Beni (1943) e Illimani (1945).
Poco interesante como ensayo es su poema escénico “Quimeras” .Constituye de
mayor interés su poema "Redención", en donde hay una espléndida evocación del
núcleo prehistórico andino de Tiahuanacu.
Para Juan Quirós, "La poesía de Reynolds es de las que ha de
quedar y a medida que pase el tiempo irá siendo más estudiada y valorada, porque
sobre todo representa una gran lección de honestidad intelectual en el sentido
tamayano; en eso de tomar la poesía con seriedad, con responsabilidad, con rigor
de oficio y contenido".
En visión de Augusto Guzmán: "Reynolds, Tamayo y Jaimes Freyre forman
la trinidad de los grandes poetas bolivianos, surgidos con el modernismo”.
El
poema ‘La Llama’ como sigue: |
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En realidad, lo que dota en la obra de Reynolds esa saludable modernidad que aún
perdura en nuestros días en un trasfondo irónico que, inserto en esa permanente
búsqueda de la identidad nacional que aflora en todos los grandes creadores
hispanoamericanos de la primera mitad del siglo XX, sabe aplicar suaves dosis de
crítica desmitificadota al lenguaje culto que tanto ha envejecido en otros
autores modernistas.
Bibliografía
CASTILLO, Carmen. Una visión personal de la poesía boliviana (La Paz: Ediciones
UMSA-Facultad de Filosofía y Letras- Imp. Universitaria, 1967).
FRANCOVICH, Guillermo. Tres poetas modernistas de Bolivia (La Habana: Ediciones
Mirador, 1960).
GUZMÁN, Augusto. Biografías de la literatura boliviana (Cochabamba/La Paz: "Los
Amigos del Libro", 1982).