CAPITULO 4
EL CAMBIO DE DINASTÍA
El cambio de dinastía en
España a principios del siglo XVIII determino también un cambio en la política
de la corona, fue orientado hacia un régimen absolutista y centralizado. El
absolutismo surgió en el ambiente protestante, luego asumido en Francia por Luis
XIV y traspasado a España con los reyes Borbones, rodeaba a la autoridad de los
reyes de una áurea sacra, la cual traspasaba toda soberanía civil o autoridad
suprema de la esfera, y consideraba a la monarquía como la única forma perfecta
y legítima de gobierno. En esa figura el Rey que se arrogaba poderes absolutos
incuestionables por sus súbditos, rompió en el mundo hispánico el vínculo con la
tradición escolástica que daba al pueblo un rol central en la participación
política. (32)
Carlos III, rodeado de ministros y cortesanos fervientes cultores de la
ilustración (algunos manifiestamente antirreligiosos), el absolutismo regio
adquirió la impronta y el carácter que éstos le marcaron en las reformas que se
hicieron para modernizar la monarquía. No es un secreto que entonces se veía a
la Compañía de Jesús y su influencia en todos los estamentos sociales, como un
freno a sus iniciativas de cambio.
Sin expresar la causa verdadera, simplemente propias de un espíritu despótico
“movido por razones de gran peso, en la conciencia y en la obligación de
mantener la obediencia, la paz y la justicia en su pueblo y por muchas razones,
justa y exigentes que él guardaba en su real pecho” (31) Carlos III expulsó de
todos sus dominios a los miembros de la Compañía de Jesús.
Los expulsos de La Plata
Obedeciendo la pragmática sanción de su Majestad el Presidente de la Audiencia
de Charcas Victorino Martínez de Tineo, a las cinco de la mañana del 18 de
Agosto de 1767, procedió a aplicar las órdenes hasta entonces mantenidas en el
más absoluto secreto. Los padres y hermanos de ambos colegios fueron arrestados
en la casa de ejercicios del Colegio Grande. La partida de los jesuitas de los
colegios de Chuquisaca fue prevista para el día siguiente con el arresto a las
cinco de la mañana. Como no se tenía previsión de alimentos para el viaje,
tomando en cuenta la cantidad de los expulsos y los soldados que los
custodiarían, las autoridades tomaron y embargaron las acémilas y los
comestibles de los pobres viajeros que tuvieron la mala suerte de ingresar a la
ciudad ese mismo día.
En la ciudad, el Rector del Colegio de San Juan Bautista y el Procurador del
Colegio de Santiago, quedaron arrestados en un convento, mientras terminaban de
entregar inventarios y papeles.
A pesar de las órdenes que prohibían bajo severos castigos a los habitantes de
La Plata salir a las puertas o ventanas, las personas acudieron a los balcones
de las casas para despedir a los padres entre gritos y lágrimas. Mayor fue el
“tropel” del pueblo que los siguió por las calles. Ante la consternación
expresada al principio en suspiros, luego en lágrima y con alaridos, el tumulto
popular estallo en un motín.
Fig. 12 Cédula Real de 27 de febrero de 1767, firmada por el Rey Carlos III
Archivos ABNB Sucre
El comandante de caballería
tuvo que aplicar la violencia sin consideración de sexo o edad, dando golpes de
alfanje y espadas. El cortejo que conducía a los padres como reos, a pesar de la
agitación no se detuvo en su marcha. Seis millas duró la inquietud y el
griterío, hasta que el pueblo cansado del polvo y de las hostilidades de los
soldados se despidió de los padres. (33; 34)
Después de la trágica despedida por parte de la población de La Plata, los
jesuitas tuvieron que padecer el viaje que los llevó a Oruro como víctimas del
exceso de celo, o mejor dicho del resentimiento, de su conductor.
Los soldados de la escolta ante la necesidad iban desertando, poco a poco
durante la noche, no sin robar antes las mínimas pertenecías de los conducidos.
La mayor parte de viaje lo realizaron por lugares despoblados, sin consideración
a los padres ancianos, pernoctaron al raso, precisamente en los días propios de
la estación invernal. (35)
Cuando llegaron a Oruro, el Corregidor de la Villa, Juan Leonardo se enteró del
comportamiento inhumano del conductor, ordenó sobre él un castigo y trató de
brindar un trato humano a los jesuitas, alojándolos en el convento de Santo
Domingo.
De Oruro continuaron el viaje a Tacna, donde tenían que esperar la embarcación
que los conduciría al puerto del Callao.
En Tacna, se encontraron 70 jesuitas, casi todos miembros de las casas del
distrito de Charcas. La espera duró alrededor de dos meses y medio donde por
última vez, recibieron un buen tratamiento de las autoridades. Al llegar a Lima
conocieron un trato radical. El Virrey prohibió la comunicación entre los
jesuitas que llegaron de Charcas con los arrestados de Lima. Estos partieron en
el barco llamado El Peruano, el mismo día en que llegaron a puerto los del La
Sagrada Familia, los cuales partieron hacia Lima en las mismas calesas que horas
antes transportaron a los primeros.
Los jesuitas que llegaron del resto de los Colegios de la Provincia, fueron
depositados en la Casa Profesa de la Compañía.
Allí el hacinamiento y la incomodidad hicieron que se viva en condiciones muy
difíciles. La guardia de estrictos centinelas impidió toda comunicación con el
exterior, donde familiares de los jesuitas trataron de saber algo de ellos.
El mismo Virrey, que se esmeró en difamar a los jesuitas por una parte, por otra
aseguraba a los familiares y vecinos notables de Lima que los arrestados estaban
atendidos espléndidamente, hacía las veces de vigilante y organizó desfiles
espectaculares por la ciudad para publicar el decreto de Expulsión.
Sin embargo, las familias y otras personas amigas se dieron modos de hacer
llegar provisiones y socorros para los detenidos.
El día 12 de Marzo de 1768 embarcaron a 162 expulsos en el destartalado navío
Santa Bárbara con capacidad sólo para 60 pasajeros, manejado por una
indisciplinada tripulación, con insuficientes provisiones y reservas de agua.
En los seis meses que duró el viaje a través de la ruta del sur, por el Cabo de
Hornos, el trato a los padres fue soez y hasta cruel con los enfermos y
ancianos.
Al pasar por Valparaíso el olor de la nave ya era irrespirable y los alimentos
estaban putrefactos.
Una vez que cruzaron el Cabo de Hornos no dejaron de padecer tempestades y
estuvieron a punto de naufragar. El 29 de agosto arribaron a Cádiz, el hermano
Juan Santiago de los Ríos, del Colegio de Chuquisaca, murió de hambre y
debilidad, Fueron arrestados en el Puerto de Santa María, donde fallecieron el
Hermano José Ignacio Pajares del Colegio de Cochabamba y el padre Juan Andrés
Leoncini del Colegio de Potosí.
En esa ciudad puerto los jesuitas del Perú fueron repartidos como prisioneros en
distintos conventos, tuvieron que esperar hasta el 12 de Marzo de 1769, para
embarcarse en una urca sueca rumbo al puerto Especie y ahí terminar su exilio en
el Ducado de Ferrara.
Cuando llegaron a Cádiz, corrió la noticia del que el Rey concedería la gracia
de volverlos a América a los nacidos en el continente y firmen sus dimisorias
como miembros de la Compañía de Jesús y con el apoyo real lograrían ante la
Santa Sede la anulación de sus votos. No fue verdad, esto provocó un cisma
doloroso en el grupo de religiosos que hasta entonces se había mantenido unido
en su infortunio.
A partir de la expulsión, la Universidad padeció un verdadero trauma
institucional que afecto a la vida intelectual de toda la sociedad. Hasta
entonces se había gobernado con la autoridad exclusiva de la Compañía de Jesús
que procuraba su gestión académica y gestionaba su propio sostenimiento
económico.
Desaparecidos los padres jesuitas y secuestrados todos sus bienes, entraron en
pugna el arzobispo en su condición del Canciller de la Universidad y la
Audiencia en cuanto que tenía la autoridad delegada del Patronato Real.
La Universidad pasó a depender del Arzobispo don Miguel de Argandoña Pastén y
Salazar, también del Cabildo Metropolitano. (36)
La Presión de las autoridades civiles pregonaba que se aplique la consigna de la
Monarquía de erradicar en todas las instituciones los resabios de “jesuitismo”,
calificándolo de laxista.
Así, al obsecuente Arcediano de la Catedral y Rector de la Universidad
(1784-1785) don Gregorio Olaso se atribuía ante Carlos III el mérito de haber
arrancado todo rastro de enseñanza jesuítica. Sin embargo era
evidente que, sea por fidelidad o sea inercia, el modo, la forma y el fundamento
se mantenían dentro del cuño de la Compañía.
Durante mucho, tiempo el esquema escolástico tomista y suarista de San Francisco
Javier, perduró a pesar de las reformas. Las evidencias mostraron que fueron
vanos los empeños reformadores. A principios del siglo XIX en La Plata aún
quedaba toda una generación de intelectuales ejerciendo su enseñanza y su
práctica forense. Además, las obras de Suárez, junto con las de Santo Tomás, se
encontraban en todas las bibliotecas de oidores, eclesiásticos, abogados,
catedráticos y otros personajes letrados de fines del siglo XVIII y Principios
del Siglo XIX.
Estas mismas bibliotecas se fueron enriqueciendo con libros del pensamiento
ilustrado enciclopedista, tanto español como francés, que fueron inyectando
nuevos conceptos de ideología liberal de lo que significa patria, libertad,
igualdad, fraternidad, y la democracia.
Es así que en los escritos, cartas, manifiestos y otras fuentes documentales,
directas o indirectas, de los primeros tiempos de la insurgencia independentista
muestran la elaboración de pensamiento filosófico político, basado
inequívocamente en las fuentes suaristas donde se cuestionaron los dogmas que
imponía el absolutismo monárquico.(37)
Esa producción se argumentó en base a la necesidad y el derecho de que los
habitantes de estos territorios puedan acceder a conducir autonómicamente o, si
se quiere ir más radicalmente, conducir sus propios destinos por medio de su
propio gobierno.
___________
32 Salrach Josep M. La crisis y el cambio de dinastía ver: http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/6269.htm
33 Querejazu Calvo R. Historia de Chuquisaca Ibídem pág. 198
34 Baptista M. Javier Expulsión de los Jesuitas http://javierbaptista.blogspot.com/2008/02/la-expulsin-de-los-jesuitas.html35
M de la Paz González Rodríguez. La Universidad de San Francisco Xavier de
Chuquisaca (Alto Perú) Bibliografía crítica y estado de cuestión publicado en
http://dspace.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/5866/La%20Universidad% 36
Damos una idea general de la expulsión de los jesuitas, con lo que concluyo la
primera etapa y la más floreciente de la instrucción pública de Charcas citado
en http://200.87.17.235/bvic/Captura/upload/UniXavi7.pdf
37 M de la Paz González Rodríguez Ibídem