SÍ, EL MAR |
Jorge Siles Salinas Por Antonio Dubravcic Luksic
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(La Paz, 28 de
octubre de 1926 − 22 de octubre de 2014) Fue escritor, profesor
universitario y diplomático boliviano. Fue un reconocido historiador
especializado en la independencia de Bolivia y la cuestión marítima
con Chile En 1986 el gobierno de Paz Estenssoro le ofreció a Siles
Salinas el cargo de Cónsul General en Santiago de Chile, con la
misión de crear las condiciones de negociación y una propuesta a
Chile que tenga posibilidades de ser discutida. |
PROLOGO DEL LIBRO: "Sí, el Mar" |
Los bolivianos nunca podremos pensar en el mar, escuchar la resonancia de esta
palabra, concebir las imágenes que se vinculan a su extensión ilimitada sin
sentir que de esa voz surge para nosotros una necesidad vital, algo como una
gravitación espiritual que nos lleva de los Andes al Pacífico, a la vecindad con
los pueblos hermanos.
La evocación del litoral que perdimos y del que nos separan mas de ciento
treinta años de dolorosa segregación, provoca en nuestra conciencia no una
actitud resignada, fatalista, de mera frustración o desistimiento, sino la que
corresponde a una moral de perseverantes y valerosos sostenedores de un ideal.
La única respuesta que cabe en el ánimo boliviano es la de un Sí seguro, abierto
a la confianza en una solidaridad que no podrá faltar, que tendrá que imponerse
por la fuerza de un destino histórico que abraza a todos los pueblos de Ibero
América.
Ese Sí es una respuesta a nosotros mismos, para afianzar una voluntad y una
vocación que nos mueve a desconocer un enclaustramiento que no merecemos, que no
se justifica en el tiempo de la integración y del reconocimiento de una
comunidad entre pueblos poseedores de un mismo origen y de una misma cultura.
Y es también una respuesta a quienes no nos entienden, a quienes se empeñan en
mantener una postura de obcecación, esto es, de ceguera y confusión ente lo que
es evidente: Bolivia tuvo mar y no renunciará jamás a la idea de volver a tener
acceso a la costa, por los medios superiores de la negociación, el
entendimiento, la conciliación de intereses
El desgarramiento con que Bolivia siente su ausencia del mar tiene en la voz
poética de Oscar Cerruto una expresión tan noble como inspirada. Dice así el
versos conciso, admirable de uno de sus "CANTARES":
Mi patria tiene montañas, |
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Nació el 13 de junio de 1912 en La Paz. falleció en La Paz, Bolivia, el 10 de abril de 1981. |
No se puede leer sin estremecimiento ese "no mar" con que terminan las cuatro
primeras estrofas. La realidad de esa negación, junto a la afirmación de lo que
nuestro paisaje encierra -montañas, trigales, pinares, un cielo que funde el
color de los minerales- revela al mismo tiempo la nostalgia de lo que fue
desprendido de la antigua entidad patria: olas, espuma, azul de mar y su cielo.
Pero, por encima de todo, se levanta el "coro ronco del viento", la protesta, la
voz unánime de un pueblo que se niega a vivir "sin mar".
Al "no", al "sin" de la privación de lo que nos es vital, contesta el "Sí" de
nuestra voluntad de volver a las rutas oceánicas, haciendo nuestra exclamación
baudeleriana según la cual el mar es un símbolo máximo de libertad: "Hombres
libres, ¡tú siempre amarás el mar!"
Advirtamos que, en el poema de Cerruto, cargado de simbolismo, ese escueto "sin
mar" del último verso tiene la consistencia oscura, hiriente, de un rechazo como
un "sin más" inapelable, contrapuesto desde fuera de la voluntad patriótica de
los bolivianos. La expresión negativa con que termina bruscamente el poema se
cierra como un muro, interrumpiendo ásperamente la secuencia del verso.
No de otra manera percibimos esa frase reiterativa que suele venir de la
Chancillería Chilena: "entre Bolivia y Chile no hay ningún problema pendiente".
No puedo negar que ese concepto, tan rudamente enunciado por lo general, me
duele hondamente cada vez que llega a mi conocimiento, dado los vínculos que me
unen a ese país, donde he vivido, formado mi familia, enseñando y trabajando.
En diversas ocasiones he manifestado, que, a mi parecer, Chile ha desarrollado
una política internacional inteligente en todo los campos de su actuación
diplomática menos en el que concierne a Bolivia, punes no siendo demasiado
difícil hallar una solución al problema de nuestra salida al mar, no ha
prevalecido, desde el lado chileno, la visión razonada y la justa estimación de
los elementos que entran en juego en este asunto tan grave y delicado. De
nuestra parte, no podemos dejar de reconocer que nuestros errores han sido
múltiples en el manejo del primordial problema marítimo, causando no poco daño
al encuentro de una solución justa.
En todo caso, puede afirmarse con seguridad que Chile tendría en Bolivia, sin
excesivo costo, el país más amigo si estuviera dispuesto a ceder en la postura
anacrónica de intransigencia que en forma predominante han asumido sus círculos
gobernantes hacia la nación boliviana.
Bolivia no puede vivir condenada a la mediterraneidad perpetua. El egoísmo no
debe prevalecer eternamente para cerrar el paso de nuestro país al mar. Repito
que no es inteligente, no es razonable persistir en el desatino estribillo de
que "no existe problema pendiente" entre uno y otro país. Ante una cuestión
inobjetable, reconocida múltiples veces por la naciones de América, no cabe
inhibirse, cerrando los ojos a la realidad. No han faltado, por cierto, los
casos de estadistas chilenos que han reconocido palmariamente la necesidad de
dar una solución definitiva al problema de acceso de Bolivia al Pacífico: Emilio
Bello Codesido en 1920; Agustín Edwards, en 1921; en ese mismo año, Arturo
Alessandri; Luís Izquierdo, en 1923; Jorge Matte, en 1926, y muchos otros en
tiempos mas cercanos, como la nota del Canciller Horacio Walter Larraín, en
1950, se han puesto en esa línea, la de la solidaridad y la justicia. La
negociación de 1975 avanzó hacia el punto de que Chile y Bolivia llegaron a un
acuerdo previo para la cesión de un corredor al norte de Arica. En 1986-87
surgieron justificadas esperanzas de alcanzar un entendimiento, después de que
Chile y los otros países fronterizos, Argentina y Perú, acababan de resolver
favorablemente los problemas graves que entre ellos se habían suscitado.
No se ha pretendido en Bolivia, ni en 1975 ni en 1987, desconocer el tratado de
1904, ni nadie busca tal objetivo ahora. La demanda boliviana apunta clara y
precisamente sobre un corredor al norte de Arica, con arreglo a las cláusulas
del Tratado de 1929 entre Chile y el Perú, no teniendo nada que ver esa demanda
con lo que se determinó en 1904. Tal vez no se ha observado suficientemente que
el art. lº del Protocolo complementario del Tratado de 1929, en el cual se
establece que "los gobiernos de Chile y del Perú no podrán, sin previo acuerdo
entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los
territorios que quedan bajo sus respectivas soberanías", encierra una alusión
clarísima a Bolivia de la que se desprende una visión dirigida hacia el futuro,
en la que los dos países firmantes del acuerdo dejan entreabierta una
posibilidad de cesión de territorio a nuestro país, mediante un acuerdo mutuo,
indudablemente con la mira de dar un acceso, eventualmente, a esa "tercera
potencia", al Pacífico. Esas palabras, lejos de apuntar a una situación de
inmovilismo y de estancamiento definitivo, tienen un sentido de dinamismo, por
decirlo así, dirigido a una circunstancia futura para dar una expectativa cierta
a la tercera nación que no había sido tenida en cuenta en el reparto de Tacna y
Arica, ¿No sería junto pensar que "ese momento futuro" ya ha llegado y que es
hora de poner en aplicación y hacer explícito lo que implícitamente quedó
estipulado en 1929?.
La negación es, indudablemente, la clave para un entendimiento que satisfaga los intereses de las partes. Con relaciones diplomáticas o sin ellas es posible entablar el dialogo que permita alcanzar la concordia definitiva. Chile, Bolivia y Perú (puesto que también esta nación, junto a la nuestra vivió parte de su historia, debe decir su ultima palabra), tiene en esta hora inicial del siglo XXI, la responsabilidad imperiosa e irrecusable, de encontrar la formula que haga de Bolivia un país con vecindad marítima junto a sus hermanos del Pacífico. |