CANCHAS BLANCAS LA BATALLA QUE BOLIVIA LE GANO
A CHILE |
La batalla de Canchas Blancas fue, según un sector de la historiografía boliviana, un enfrentamiento que se habría llevado a cabo el 12 de noviembre de 1879 en la región del actual municipio de Colcha K entre las tropas del Ejército de Bolivia —junto al campesinado local— y el Ejército de Chile en el marco de la Guerra del Pacífico, culminando en una victoria boliviana. La historiografía chilena niega su veracidad, y la mayor parte de la boliviana la ha ignorado o negado.
El 23 de octubre (también se
señala que fue el 23 de septiembre), Campero habría dado la orden al coronel
Mariano Lino Morales de Los Reyes de marchar en dirección al desierto de Atacama
para encontrar una tropa chilena que supuestamente se dirigía a Potosí. El
"Destacamento Morales" habría partido el 28 de octubre.
Las tropas dirigidas por el coronel Morales, consistentes en el Batallón
Ayacucho, el Batallón Chorolque, el Escuadrón Méndez, parte del Batallón Tarija
y campesinos del lugar,1415 totalizando 500 hombres, se habrían estacionado
entonces en la localidad de Canchas Blancas.1
El 5 de noviembre «llegó un mensajero con noticias de Calama en sentido de que
el coronel chileno Letelier» se preparaba para cruzar la Cordillera con 1400
hombres. Estos incluirían 70 jinetes de caballería, un batallón de infantería y
una fracción de artillería, y su misión habría sido ocupar la mina Huanchaca, de
propiedad de Aniceto Arce junto a socios chilenos, «y si fuera posible continuar
a Potosí, siempre que no se encontrara
fuerte resistencia». La tropa chilena habría sido localizada el 8 de noviembre,
siendo avistada el 11 por las tropas de Morales.
Gesta militar.
El coronel Lino
Morales encabezó la batalla que evitó la invasión chilena a los
departamentos de Potosí y Chuquisaca. Ocurrió el 12 de noviembre de
1879 y causó 300 chilenos muertos. |
Por razones políticas, la
historiografía boliviana y el Gobierno chileno han mantenido a Canchas Blancas
en silencio en los anales de aquella conflagración bélica que cercenó el acceso
soberano de Bolivia al Océano Pacífico.
Morales dirigía el batallón Ayacucho que formaba parte de la V División del
Ejército, comandada por el polémico Narciso Campero, encargado por el
expresidente Hilarión Daza para la reconquista de Calama, que había caído en
manos chilenas durante la batalla del Topáter, el 23 de marzo.
Siete meses después, y tras recibir informaciones de los campesinos del lugar
sobre una avanzada del Ejército chileno con unos 1.500 hombres, Lino Morales
organiza una emboscada en Canchas Blancas (sur de Potosí) con los batallones
Ayacucho, Méndez y Granaderos de Tarija.
En su Diario de Guerra, Apodaca registra con detalle una de las gestas militares
más destacadas de la historia boliviana.
El 12 de noviembre, desde las cinco de la tarde, los chasquis y algunas
patrullas adelantadas traían informaciones del avance de una patrulla chilena.
“A las siete de la noche nuestros vigías vieron la enorme polvareda que
levantaba el enemigo, viniéndose con toda franqueza rumbo a la khocha (laguna)
de agua, que era la única de la región y ubicada en la base de la garganta de
nuestras posiciones.
Calculando su llegada a caballo repartimos las bebidas a nuestros soldados, los
que tomaron su merienda hacía una hora y, cuando repartimos la última yambui
(tinaja) en el extremo del ala derecha, las tropas chilenas -seguramente sus
caballos sintieron la humedad de la aguada que, sedientos se precipitaron en
confusión- se lanzaron en desorden polvoriento sobre el agua, y al borde de la
khocha se pisaron los unos a los otros, para llegar primero a tomar agua”.
“En ese momento vino la orden, se deslizaron silenciosamente los bolivianos y
atacaron frontalmente, mientras que los indios ganan la retaguardia del enemigo
para caerse sobre sus provisiones y destrozarles la cerca a pedradas
aprovechando la noche”.
“Los chilenos reciben la sorpresa desmontados, y ven caer en masa primero
sobre su caballería, los caballos inmediatamente son dispersados o tomados por
los nuestros y llevados a buen recaudo, mientras que se sigue acometiendo a lo
largo de las columnas chilenas, ya totalmente sorprendidas y confusas, pues con
el primer plan se dividió a los enemigos con una maniobra del ala izquierda que
se encajó entre ellos, mientras que los de la derecha atacaban a su retaguardia
y los indios y parte del Ayacucho”. “Los sanlorenceños del Méndez
atacaron a cuchillo y machete limpio al enemigo”, relata Apodaca.
“Desde el fondo de la
batalla, se sentía dolorosos ayes cuando las tropas del San Lorenzo hundían sus
filos en el vientre enemigo o en la garganta y hasta se vio cuadros de luchas
debajo del caballo, cuerpo a cuerpo y escucharse tremendas interjecciones
chapacas. Transcurrió más de tres cuartos de hora y los tiros se fueron alejando
y conforme íbamos avanzando sobre el enemigo. De rato en rato aún se sentía el
silbar de piedras de hondas indias dando caza a algún fugitivo.
En este afán llegó la media noche y los chilenos quedaron destrozados”. “Juan
Bautista Ayoroa y sus tropas siguieron persiguiendo al enemigo con la caballería”.
“A las tres de la mañana, están de regreso Ayoroa y Villarpando. Este deseó
hablar a sus soldados a quienes solo atina a decirles: ¿Soldaditos. queridos
hijos míos y sigue: soldaditos, indiecitos queridos, ustedes han salvado a
Potosí y la Patria”.
De parte del coronel Lino Morales, adjunto a la memoria precedente, “se
establece como resultado favorable para Bolivia, entre otros, nada menos que 330
muertos y 400 heridos chilenos, 480 caballos, 550 entre mulas y burros, bastante
material bélico y especialmente documentación que comprueba que Chile buscaba
ocupar Potosí y Chuquisaca”.
El 20 de noviembre, continúa la memoria de Apodaca, “fue muy triste,
despedimos a todos los que iban a reunirse con Campero en la región de Tomave, o
sea que ahora los vencedores de Canchas Blancas, por orden suprema, retrocedían
como vencidos”. Campero – vinculado a intereses mineros bolivianos y
chilenos – evitó el posterior avance del Ejército boliviano en la zona, lo que
terminó favoreciendo a Chile.
El historiador Rodolfo Becerra afirma: “Cada año los bolivianos rememoramos
el sublime sacrificio de Eduardo Abaroa en Calama, pero hemos olvidado una
epopeya que siguió con la batalla de Canchas Blancas, en la que el Ejército
boliviano le infringió una derrota calamitosa al invasor chileno. Vale la pena
recordarlo”
Así, de esta manera, la batalla de Canchas Blancas, se convierte en una de
las más épicas victorias logradas por Bolivia en su historia militar y en un
hecho que la historia oficial ha preferido ignorar y negar, sin conocer hasta el
momento el justo motivo.
Sin embargo se puede afirmar que la epopeya de Canchas Blancas, fue
deliberadamente ignorada puesto que días más tarde al enfrentamiento de las
fuerzas tarijeñas contra las tropas chilenas se produjo el enfrentamiento
llamado de Tambillos, en el que el Cnl. Rufino Carrasco comandó el ataque contra
una patrulla chilena